Por Alexis Di Capo.-

Cristina Kirchner vuelve a dar muestras de que le interesa más el armado político progresista que la organización del disperso peronismo. Lo hizo este fin de semana mientras hablaba de su estrategia teniendo a su lado al popularizado Juan Grabois que, montado en su relación con el Papa, lidera el Frente Patria Grande que, obviamente, pasará a formar parte de Unidad Ciudadana.

Como nuevo operador estrella de Cristina, Grabois representa un extremo casi antiperonista y sus conversaciones con miembros de La Cámpora son toda la agenda peronista que se le conoce.

A todo esto, José Luis Gioja citó para pasado mañana a la mesa del Consejo Nacional Justicialista para analizar la política de alianzas.

Lo curioso es que en la conducción partidaria la primera minoría la integran dirigentes que también reportan a Unidad Ciudadana, como Wado de Pedro, Agustín Rossi, Sergio Urribarri y Víctor Santa María.

Maniobras colaterales

En la práctica, el cristinismo controla de este modo al PJ nacional para que no interfiera en los planes de Unidad Ciudadana. En los últimos días, el ex gobernador pampeano Rubén Marín tomó la iniciativa para propiciar un acercamiento entre el cristinismo y el massismo, una idea que, como muchas otras, apunta a tratar de forzar una definición de CFK sobre su candidatura.

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