Por Sebastián Dumont.-

Si algo le faltaba a la convulsionada interna del peronismo, es el regreso de Cristina Fernández de Kirchner desde el sur para instalarse en Buenos Aires y tratar de rearmar su fuerza política. Al contrario de lo que se creía en muchos ámbitos, tiene pensado empezar a convocar a intendentes del conurbano, muchos de ellos que han asumido sus gobiernos en diciembre después de un gran recambio. En sus cercanías aseguran que la reconstrucción deberá ser desde los territorios hacia arriba.

Las pocas personas que han accedido a la intimidad de la residencia de El Calafate de la ex presidente, su “lugar en el mundo” como lo ha llamado en más de una oportunidad aseguran que la han visto muy actualizada de la información del país y decidida a instalarse varios días por semana en Buenos Aires a partir de marzo.

A pesar de recibir, por ahora, dirigentes de La Cámpora u otras agrupaciones de corte netamente kirchnerista, la ex presidente tiene en mente empezar a llamar a los intendentes bonaerense. Sin dudas algo ha cambiado, además de perder el poder del manejo del Estado, porque antes ni siquiera se reunía. Sólo eran llamados a para aplaudir en la quinta de Olivos o en la Casa Rosada las largas cadenas nacionales.

Ahora sabe que necesita fortalecer los territorios. Pero no será una tarea sencilla, ya que en este momento los alcaldes han empezado, muchos de ellos, un proceso de despegue del Frente para la Victoria. La excusa es el rearmado del peronismo como paso previo a olvidarse de los modales de CFK.

Claro que nadie quiere mostrar todas sus cartas. Sin dudas las encuestas hablarán llegado el momento. Y si la ex presidente siguiera midiendo, sin dudas que más de uno la podría seguir.

La foto de esta semana de Julio De Vido y Máximo Kirchner con un grupo de intendentes en Berazategui es un adelanto de lo que pretende CFK realizar desde marzo. No le interesa pelear por el PJ donde apuesta a que Jorge Capitanich se quede con la herramienta vía elecciones o por la intervención que podría ordenar Servini de Cubría.

En esa reunión de Berazategui estaban los dos intendentes más cristinistas del conurbano: Juan Patricio Mussi y Jorge Ferraresi, alcalde de Avellaneda.

La gran pregunta es cual será la respuesta de los jefes comunales a la hora de la convocatoria de Cristina. Le responderán o le harán sentir un vacío. El gran problema es que ella ya no cuenta con las herramientas de castigo que tenía desde el Estado. Quizá empieza a comprobar con mayor notoriedad, el frío de ya no ser.

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