Por Carlos Tórtora.-

La segura llegada de CFK al Senado de la Nación determina que este cuerpo pase a ser la caja de resonancia de la política nacional. Sobre los 36 senadores del bloque del Frente para la Victoria, Miguel Ángel Pichetto, después de reunirse con la mayor parte de los gobernadores del PJ, estaría conservando bajo su conducción a más de 20. La ex presidente aglutina a 9 y están en duda los dos legisladores formoseños José Miguel Mayans y María Teresa Margarita González. Sin duda que un improbable triunfo de CFK sobre Esteban Bullrich influiría en esta cuenta, aunque es difícil que Pichetto pierda la mayoría.

En tren de dudas acerca de dónde aterrizarán, están también los peronistas con mono o minibloques como Carlos Menem, Federalismo y Liberación; Justicialista San Luis, Adolfo Rodríguez Saá; Justicialista 8 de Octubre, Juan Carlos Romero; PJ La Pampa, Daniel Lovero, y Alberto Caserio, Unión por Córdoba.

Para la Casa Rosada no hay opciones: la apuesta es a un eje que sostenga a Pichetto como el garante del voto mayoritario peronista para aprobar los proyectos del oficialismo.

Esto último no elimina la posibilidad de que el peso de la figura de CFK pueda atraer a algunos senadores de bloques menores que busquen de este modo hacer valer sus votos.

En busca de revalidar laureles

El caso es que, aun antes de asumir, la ex presidente ya tendría un objetivo político trascendente: bloquear la remoción de la Procuradora General Alejandra Gils Carbó mediante un juicio político. La razón fundamental de la demora del juicio es que hasta ahora el oficialismo no logra sumar los dos tercios de los votos en ambas cámaras del Congreso para avanzar con los pedidos de juicio político en su contra.

Ahora, en la Casa Rosada se entusiasman con otra posibilidad: un triunfo en las elecciones legislativas podría generar el escenario propicio para avanzar con el juicio político. «No creo que nadie se anime a defenderla», deslizaron fuentes oficiales.

Ahora, la cuña que construya Cristina en el Senado tendría por objetivo impedir que se formen los dos tercios para aprobar la realización del juicio político a Gils Carbó aun cuando en Diputados se haya aprobado la acusación.

De más está decir que, si el cristinismo consiguiera su objetivo, el macrismo sufriría un serio deterioro político y ella podría mostrarse como una presidenciable en mejores condiciones que las actuales.

Por otra parte, a esta altura de los acontecimientos, Macri ya no podría dar marcha atrás con la ofensiva contra la Procuradora por razones prácticas y simbólicas. Estas últimas se relacionan con que Gils Carbó representa la subsistencia del kirchnerismo en la justicia federal. Pero lo más importante es que los fiscales que le responden políticamente podrían complicarles la vida a unos cuantos hombres del presidente en las causas por corrupción que están, en general, en una etapa inicial.

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