Por Carlos Tórtora.-

La interna entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández está entrando en su fase más intensa pero al mismo tiempo se registran señales de que se está negociando un alto al fuego. El presidente dio una vez más muestras de carecer de capacidad política -y de atributos- para aprovechar la crisis y tomar el poder.

El presidente no sólo pidió un aplauso para la vicepresidenta sino que le hizo llegar varios enviados -Aníbal Fernández fue uno de ellos- para proponer una tregua. No es para menos, porque las encuestas marcan un desmoronamiento de la imagen de Alberto, en tanto que a Cristina el conflicto no le resulta demasiado costoso en imagen. Sí hay síntomas, en cambio, de nerviosismo en sectores del kirchnerismo duro, como por ejemplo los 16 intendentes peronistas bonaerenses que reclaman medidas eficaces contra la inflación y que el gobierno los convoque.

Es de destacar también que un factor gravitante en el cristinismo es la resistencia de muchos de sus cuadros a extremar el conflicto, porque podrían verse obligados a renunciar y perder así cajas inapreciables como el PAMI y la ANSES.

Sin otro camino

En síntesis, si Alberto estuviera angustiado por evitar la ruptura, Cristina también tendría conciencia de que la guerra tendría un alto costo para el kirchnerismo. La tregua parece entonces la única salida, aunque provisoria, para una situación donde los dos bandos tienen mucho que perder. En Uruguay y Juncal se lanzan versiones. Por ejemplo, que Cristina exigiría para firmar la paz la salida del gobierno de Martín Guzmán y Santiago Cafiero. Éste volvería así a repetir su rol de blanco del kirchnerismo, que ya tuvo durante la última crisis de gabinete. En el albertismo niegan que la renuncia de Guzmán esté disponible. Sin posibilidad de acuerdos de fondo, la tregua que se está gestando sería no mucho más que ganar tiempo para evitar que la crisis se lleve puestos a ambos contendientes.

Share