Por Sebastián Dumont.-

¿Es Sergio Massa el cogobierno de María Eugenia Vidal? La pregunta que surge cada vez con más frecuencia en los ámbitos de la política, en realidad encierra un problema del pasado reciente: la cultura de la confrontación que instaló el kirchnerismo durante doce años. Esa lógica provoca que, si un dirigente de un partido se junta con uno de otro, de manera inmediata se esté convirtiendo en hereje. O en enemigo. Por eso se tejen tantas teorías disímiles sobre el rol que ha logrado el líder del Frente Renovador, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. Criticado o no, desde el peronismo un grupo de intendentes busca hacer algo parecido. El juego de ajedrez provincial.

La foto que reunió el jueves en Tigre a Massa con los intendentes de San Miguel, Joaquín De La Torre; de Escobar, Ariel Sujarchuk, y de Malvinas Argentinas, Leonardo Nardini, con el ministro de seguridad Cristian Ritondo, tiene sus ineludibles lecturas. O acaso no puede ser interpretada como una respuesta a los movimientos que viene llevando, por ejemplo, Martín Insaurralde, para ser parte, junto con un grupo de colegas suyos, de la interlocución con el gobierno nacional y provincial.

Tanto Sujarchuk como Nardini son parte del grupo de intendentes que empezaron a agruparse con la idea de mostrar el camino de la renovación del peronismo desde los territorios. Ese neo espacio lo componen además Insaurralde, Fernando Gray, Gustavo Menéndez, Juanchi Zabaleta y Gabriel Katopodis. Claro que muchos de ellos llevan sólo dos meses de gestión y aún deben probar que son capaces de hacerlo bien. No alcanza con sólo haber ganado la elección para convertirse en líderes territoriales. Pero allá van.

Massa muestra que es capaz de tener influencia sobre ellos. Y que puede pretender aspirar un espacio más amplio que los contenga en el futuro. Juega, además, con la influencia que su imagen irradia sobre las vecindades de Tigre. Termina habiendo un juego de poder. Ayer Insaurralde fue a Casa Rosada y hoy Massa convoca a dos de los intendentes de su grupo. Señales para todos y todas.

Sí hay una realidad incontestable hasta ahora. María Eugenia Vidal se apoya mucho en el ex intendente de Tigre. Y sus hombres cercanos, como De la Torre, suelen lograr, todas las semanas, reunir a funcionarios provinciales con intendentes del conurbano.

Desde la trinchera pejotista creen que el líder del Frente Renovador puede caer en su propia trampa. Sostienen que, de tan cerca de Macri y Vidal quizá sea absorbido por el resultado de su gobierno. “Si nosotros hacemos massismo tardío, él hace macrismo tardío”, le dice un experimentado dirigente a este medio luego de leer la nota que llevó ese título hace dos días atrás.

Macri y su equipo no quisieron nunca, en serio, cerrar un acuerdo electoral con Massa en 2015, más allá de las presiones del famoso “círculo rojo”. El resultado sostuvo que esa teoría fue exitosa. Ahora, con Massa juegan cada uno a su conveniencia. El peronismo dividido, en cualquiera de sus vertientes, le permite a Cambiemos navegar con mayor tranquilidad ante las mareas que se vienen. Y al tigrense, le sirve ocupar lugares y financiar su espacio político con proyección a futuro. Ni cogobierno ni oposición. Pura conveniencia de todos. Por ahora.

Share