Por Guillermo Cherashny.-

Manzur asume más como un primer ministro que como el jefe de gabinete que establece nuestra constitución nacional, porque Cristina -la dueña de los votos- se autoexcluyó de incidir en el nuevo diseño, aunque exigió la permanencia de Wado de Pedro. No hará más observaciones por ahora y sólo si no le agrada cómo se gobierna escribirá otra carta fulminante como la de la semana pasada. Pero hoy por hoy dio el visto bueno a un nuevo gabinete integrado por los gobernadores del PJ, el Frente Renovador de Sergio Massa, los intendentes del conurbano y del país, como también la CGT.

El problema está en qué piensa hacer el presidente, cuya figura está muy desgastada y su palabra desgraciadamente carece de valor, y que por amor propio intente mantener la centralidad de su poder basado en nuestro régimen presidencialista.

Los nuevos integrantes del gabinete, entre ellos tres -Manzur, Aníbal y Domínguez- son hiperkinéticos y tendrán mucha actividad diaria, que seguramente opacará la hasta ahora centralidad del presidente. En la jura, el presidente no pudo con su genio y, en lugar de pasar a tomar la firma de los nuevos ministros, se permitió un discurso vacío de 20 minutos diciendo que no entendía por qué no votaron al gobierno, y agregó: «qué hicimos mal». Está claro que hubo mala gestión de la pandemia, de la economía, de la educación, y reuniones en Olivos mientras la ciudadanía estaba encerrada, pero parece que el presidente todavía no se dio por enterado; pero los nuevos ministro sí y ahí podría haber choque de planetas.

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