Por Carlos Tórtora.-

Alfonso Prat Gay habría conseguido la semana pasada aplacar -al menos parcialmente- la tensión de Mauricio Macri, convenciéndolo de que, a partir de un éxito razonable del blanqueo, habrá un punto de inflexión en las tendencias y que a partir de mediados del último trimestre -noviembre- habría una firme reactivación del consumo que impactaría en las fiestas y el inicio de la temporada de vacaciones.

Aunque con prevenciones, así es que la mesa chica del PRO está moviendo sus piezas para encarar una nueva estrategia electoral. La misma parte de dos premisas fundamentales: la crisis de CAMBIEMOS es inevitable y la oposición camina hacia una fragmentación también ineludible.

Con respecto a lo primero, el núcleo duro del macrismo considera un hecho el alejamiento de Elisa Carrió y el estallido de una crisis interna en la UCR entre los partidarios de mantener la alianza y los que quieren seguir el camino solos. La estrategia macrista pasaría entonces por ofrecerles a los disidentes todas las garantías para participar en primarias con sus propias listas pero dentro de CAMBIEMOS. En el caso de la UCR bonaerense, ya hay un debate sobre esto y el desafío de Ricardo Alfonsín acerca de que “iremos con candidatos propios” se presta a una doble interpretación. Tratándose de elecciones legislativas, la UCR podría sacar ventajas de su mejor posicionamiento en muchas provincias chicas (Formosa, Chaco, Misiones, Catamarca, etc.) para presentarse allí fuera de CAMBIEMOS y, en cambio, seguir adentro en Capital, Buenos Aires, Mendoza y Córdoba.

Tal como funciona hoy la política nacional, será difícil -dada la volatilidad reinante- decir quién detenta la mayoría legislativa, sobre todo en la Cámara de Diputados, porque el PRO seguirá dependiendo de alianzas para ganar las votaciones. Para el mundo político, el ganador será el que se imponga en Buenos Aires. De ahí que la directiva personal de Macri consista en concentrar todos los recursos disponibles en el distrito mayor.

Un plan que funciona

Así es que el macrismo está ahora empeñado en un plan que replica la estrategia que aplicó el cristinismo en las últimas elecciones: asegurarse la fragmentación opositora. En este caso, se trata de que compitan por la senaduría nacional por Buenos Aires CFK, Sergio Massa y Florencio Randazzo. Con semejante partición del voto peronista, las chances de Massa de ganar disminuirían, aunque podría salir segundo, con el riesgo de la ex presidente quede a la par. Hoy, sin duda, el tigrense está muy por encima en las encuestas, pero el reloj le corre en contra: parte de su poderío actual depende de los cientos de cargos que le cediera el PRO en Buenos Aires y la administración nacional. Para competir en las elecciones deberá abandonar su actual tránsito por la “avenida del medio” y lanzarse entonces a la oposición. Allí reaparecerían entonces las conocidas debilidades estructurales del massismo (su falta de potencia fuera de la primera sección electoral, por ejemplo) y las cosas se le empezarían a complicar. Lo cierto es que el gobierno estaría usando bajo cuerda otros recursos para condicionar la conducta política de Massa. Esto es, amenazaría con envolverlo en un escándalo de corrupción que podría afectar seriamente su imagen, sobre todo si se desata antes de que empiece la campaña electoral. La carpeta que estarían puliendo expertos de la AFI se referiría al caso Schoklender, es decir, a la construcción sobrefacturada de varios cientos de viviendas en Villa El Garrote (Tigre) siendo Massa intendente local. Pero también habría otros temas referidos a su gestión como jefe de gabinete y director de la ANSES. El tigrense sería sensible a estos temas, porque parte de su imagen positiva depende del supuesto hecho de haber pasado por el oficialismo K sin quedar manchado. También habría carpetas -y frondosas- para que Florencio Randazzo no dé un paso al costado y les reste votos a Massa y CFK. Las mismas tratan sobre el reequipamiento ferroviario y la Agencia Nacional de Seguridad Vial. El flamante Grupo Esmeralda, que capitanea Martín Insaurralde levantándolo a Randazzo, sería en parte una creación oculta del macrismo para debilitar al massismo, sobre todo en la tercera sección electoral.

En cuanto a CFK, su utilidad electoral para la Casa Rosada depende de un inestable equilibrio. Si la persecución judicial en su contra se profundizara y fuera procesada o hasta detenida, podría producirse un derrumbe de su intención de voto. O tal vez logre victimizarse ante la izquierda y salga ganando. Lo cierto es que la improbable desaparición del cristinismo del escenario político no favorecería en absoluto a Macri. Sí, por ejemplo, a Margarita Stolbizer, que se fotografía con Massa mientras coquetea con el gobierno.

Ganar en Buenos Aires, aunque sea por un voto, parece ser la consigna y las condiciones parecen estar dadas para que esto ocurra.

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