Por Jorge D. Boimvaser.-

Quizás muchos en la ONU se preguntaban a qué se refería la Presidente argentina cuando en lugar de reclamar por la soberanía de nuestro país en las Islas Malvinas, como siempre se hizo en el organismo internacional, metió en el tramo final de la campaña el caso Nisman, de la mano de la acusación a Estados Unidos de proteger al ex agente favorito de Néstor Kirchner.

Los primeros que tragaron saliva y volvieron a ver las uñas afiladas del cristinismo fueron el propio núcleo íntimo del gobernador y candidato a Presidente, Daniel Scioli.

¿El mensaje de la Jefa de Estado fue para Washington, para La Plata… o un poco para cada uno?

Antes de la disertación de Cristina, ya se paladeaba una interna que tarde o temprano pero antes de las elecciones se veía venir.

Así fueron las cosas. Primero fue un ensayo de Scioli para ver qué ocurría. Hizo nombrar por alguno de sus periodistas amigos como un candidato suyo a la jefatura del espionaje en la Argentina, a su hermano José “Pepe” Scioli.

El gobierno hizo responder en forma más silenciosa que sonora que los estratos máximos de inteligencia, seguridad y fuerzas de seguridad en el próximo período no eran territorio donde el candidato del FPV pudiera meter baza.

“Pepe” Scioli quedó fuera y la respuesta fue apenas tímida. Sacó al menor de los hermanos, Nicolás, de la disputa por el territorio de Sergio Massa en el Tigre, por temor a perder por paliza. El gobierno jugó fuerte con la subida de Sergio Szpolski en lugar del menor de los Scioli en tierras de Massa. Al menos el ex rabino -un experto en ensuciar la cancha- le tira con balas de grueso calibre al candidato del FR. Algo que el pequeño hermanito jamás se atrevió a realizar.

Después del fallido intento de los Scioli por el futuro de la AFI, la segunda jugada del gobernador fue instalar otro apellido “ilustre”, en materia de seguridad nacional. Ahí fue cuando los operadores encumbraron al siempre presente Sergio Berni como futuro “Señor 5”.

Otro operador periodístico de La Plata tiró la versión dándolo por seguro.

El gobierno insistía por lo bajo en que Oscar Parrilli tiene el visto bueno del Parlamento y ese cargo no se negocia.

Pero si algo faltaba para confirmar que la AFI del futuro gobierno, de ser electo el candidato del FPV, se mantendrá casi como está ahora, en reestructuración pero bajo la batuta de Parrilli (de excelente tándem con el “Chino” Zannini), fue el de Cristina marcando la agenda del espionaje en los próximos meses.

A la caza de Stiuso, encadenado al caso Nisman, y a marcar territorio con el gobernador de la Provincia de Buenos Aires.

Por eso el comentario que la salida de Cristina en la ONU estuvo más dirigida a La Plata que a Washington.

A Obama la referencia le pasó de largo. A Scioli le pegó en la Santa Bárbara.

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