Por Carlos Tórtora.-

Las contradicciones son cada vez más fuertes en la política nacional. Mientras Lázaro Báez afirmaba desde su celda que el juez Federal Sebastián Casanello es un corrupto y agregaba: “Nos cagó la vida. Es un corrupto de m… que nos vivió pidiendo plata» y se difundían audios comprometedores para el magistrado, éste se encontraba en el Vaticano, más específicamente en la residencia de Santa Marta, donde fue el único de los magistrados que concurrieron al encuentro con el que el Papa que estuvo 45 minutos a solas. Es obvio que la preocupación de Francisco no pasa por la suerte de Báez, cuya situación procesal es prácticamente imposible de mejorar. Al Santo Padre le interesaría saber si CFK será procesada, porque tal vez considere que este hecho podría ser el desencadenante de una crisis política nacional. De hecho, en una reciente encuesta de Jorge Giacobbe & Asociados, la casi totalidad del kirchnerismo adhiere al Papa, en tanto que los independientes se van alejando. Un mapa que favorece al discurso de Elisa Carrió, últimamente con más presencia mediática que el mismo Macri. La visión de Carrió expresa la misma dialéctica que el relato de Cristina, sólo que a la inversa. Ésta divide al país en una antinomia irreversible entre la derecha y la izquierda y la diputada resucita el antiperonismo vs. el peronismo, coincidiendo en la práctica con Hebe de Bonafini, que dice que estamos como en el ‘55.

Pero el avance del discurso de Carrió no se corresponde con los corrimientos que empiezan a producirse dentro del macrismo. La llegada de Gustavo Ferrari al Ministerio de Justicia de Buenos Aires expresa un giro en el sistema de alianzas de María Eugenia Vidal, al cual Mauricio Macri no puede ser ajeno. El soporte político de Ferrari es el omnipresente Daniel Angelici, aliado del ex sushi Darío Richarte pero alumno de Enrique “Coti” Nosiglia, el titiretero mayor de la UCR. Este grupo, en alianza con José Luis Manzano y Daniel Vila, también pilotea la operación para intervenir la AFA. Es decir que Carrió se adueñó de las cámaras, pero la iniciativa política real pasa por otro lado. El grupo en ascenso tiene poco que ver con la dirigencia orgánica del PRO y expresa más bien la estrategia de un nuevo acuerdo político con la UCR que incluiría la ampliación de la Corte Suprema a nueve miembros, la integración de varios radicales al gabinete nacional y un pacto con la CGT que estaría reunificada a partir del 22 de agosto. León Arslanián y Ricardo Gil Lavedra no son ajenos a todo esto. O sea, crear un marco de contención de la crisis, mientras Macri resuelve la ya feroz interna en su nutrido equipo económico.

Todo esto se vincula con un denominador común: pese a los anuncios del blanqueo y del pago a los jubilados, el gobierno está debilitado porque el aluvión de inversiones prometido para el segundo semestre es apenas una expresión de deseos y el desfasaje cambiario puede llevar a una nueva devaluación, mientras los riesgos de un estallido social aumentan. Es difícil que un Papa abra tanto el paraguas como lo hace Francisco si no tuviera indicadores precisos de que la caldera está calentándose. Para el kirchnerismo, que controla la calle con sus grupos ya veteranos, las cuentas están más o menos claras: si se dan las condiciones objetivas para un desborde social, éste debe producirse con las banderas de La Cámpora, sin regalarle al Polo Obrero el patrimonio de la lucha social contra el gobierno. Con cierta ingenuidad formal, hay quienes en el gobierno piensan que los gobernadores del PJ pueden ejercer un control social eficiente que hace rato se les escapó de las manos. Durante doce años, el kirchnerismo les entregó recursos y poder a los intendentes y las organizaciones sociales y hoy éstos son los que tienen la última palabra.

Ante la amenaza de una gran tormenta, Macri no parece preocuparse demasiado por cómo se sostendría el orden público en caso de conmoción social. Desde el Ministerio de Seguridad, Patricia Bullrich naufraga en la ineficiencia y las fuerzas de seguridad federales saben muy bien que, si tienen que reprimir, sus mandos serán luego fulminados por los fiscales de Alejandra Gils Carbó. Por otra parte, el discurso de Macri en el Día del Ejército causó decepción por su tono de escasa deferencia hacia los uniformados, lo que hace pensar que el pensamiento de Jaime Durán Barba sigue impregnando el relato presidencial: esto es, ni la Iglesia ni los militares ni los sindicatos serían ya sujetos de la política sino instituciones arcaicas, cuyo peso real tendería a ser insignificante en términos políticos.

Sin respuesta

Mientras el gobierno toma conciencia tardíamente de que la tormenta social no se contendrá del todo con planes sociales, en Comodoro Py hay muchas más preguntas que respuestas. Por ejemplo: ¿Hasta cuándo se postergaría el procesamiento de Cristina Kirchner? El fiscal federal Guillermo Marijuán viajó hace dos meses a los EEUU para entrevistarse con funcionarios de la SEC que le habrían suministrado información clave sobre el gigantesco cohecho pagado por PAE (de los hermanos Bulgheroni) a Mario Das Neves, Julio de Vido y otros a cambio de la extensión por 30 años de la concesión del yacimiento de Cerro Dragón. Sin embargo, la causa no registra movimientos y la mayor parte de las medidas de prueba siguen sin sustanciarse. Dicen que el juez federal Rodolfo Canicoba Corral y los Bulgheroni conocen las razones de todo esto. También hace casi dos meses, la Cámara de Casación le ordenó a la Cámara de Apelaciones que reabriera la investigación del caso Skanska, pero hasta ahora el silencio es total.

Muchos fallos de Norberto Oyarbide, jurídicamente insostenibles, siguen allí sin que nadie los cuestione.

En síntesis, algunos se preguntan si el mani pulite argentino terminará restringido al caso Báez, lo que parece impensable.

A todo esto, Macri da pasos internacionales correctos como su acercamiento a la Alianza del Pacífico, algo contradictorio con los coqueteos de su canciller Susana Malcorra, que en su carrera para suceder a Ban Ki Moon en la ONU no repara en coquetear con el régimen bolivariano y cuanto populismo ande suelto. La remoción de Ricardo Echegaray de la AGN, por otra parte, le aportó algo de firmeza a un gobierno que peca de vacilante.

Share