Por Carlos Tórtora.-

No es casual que Juntos por el Cambio ponga el acento en movilizar a la opinión pública contra el reciente sobreseimiento en la causa Hotesur de Cristina Kirchner, mientras que ella se dedica a plantear el probable acuerdo con el FMI. Es que la oposición le escapa al tema del Fondo porque teme quedar entrampada en una situación en la que deba terminar apoyando al gobierno, en tanto que la vicepresidenta busca generar desacuerdos internos en JxC justamente en torno a la renegociación de la deuda y sacarse así de encima la condena social por su reciente sobreseimiento.

La creciente tensión entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta no es la única fisura en la alianza opositora, porque también está la batalla en Diputados entre Mario Negri y Elisa Carrió contra Cristian Ritondo y Emiliano Yacobitti, donde se juega la conducción del bloque radical.

La sospecha es que no hay acuerdo acerca de cómo encarar la cuestión de la negociación por la deuda.

Pasada la celebración del triunfo en las urnas, Juntos por el Cambio parece desorientado ante un kirchnerismo que consiguió no exteriorizar la crisis por su derrota electoral, con el agregado de que en el mundo peronista nadie alzó la voz para cuestionar a los autores de la mayor caída electoral del justicialismo. Una vez más el kirchnerismo consiguió imponer la disciplina interna y hasta retomar la iniciativa.

El suspenso

Ahora la posibilidad de un acuerdo rápido y razonable con el FMI es una carta que el gobierno esgrime y que sirve para paralizar a la oposición, que no sabe qué camino tomar. De acá al 22 de marzo próximo -fecha tope para el acuerdo- el kirchnerismo puede jugar al suspenso -y tal vez lo haga- para tener controlado el frente interno. Por otro lado, para darle juego a su propio frente interno, La Cámpora, con Máximo Kirchner, oficia de disconforme con el acuerdo con el Fondo mientras que la jefa suprema se declara al margen porque ella no tiene la lapicera. Alberto Fernández, ya todo un especialista en jugar con la ambigüedad, da señales contradictorias todo el tiempo mientras cree encontrar en esto un espacio para reconstruir poder. No lo hace chocando con la vicepresidenta sino presentándose ante empresarios y sindicalistas como las alternativa razonable ante el tembladeral que podría generarse si el ultrakirchnerismo se queda con todo el poder o hay una crisis de gobernabilidad.

La cuestión es que a 15 días de las elecciones la iniciativa política parece estar en manos del kirchnerismo, que fue el derrotado, mientras que los vencedores se encuentran ensimismados con sus internas. La movilización de mañana contra el sobreseimiento de CFK será un buen test para evaluar si la sociedad está movilizada o no por el reciente resultado electoral. Una movilización modesta o escasa le daría margen al gobierno para profundizar su ofensiva.

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