Por Carlos Tórtora.-

Cristina Kirchner y Mauricio Macri están atravesando sus pruebas de fuego para ser otra vez candidatos presidenciales en las primarias del próximo 11 de agosto. La ex presidente empieza a emerger relativamente poco dañada de la tormenta judicial que la acosa y hasta recibe algunos pronunciamientos alentadores, como la falta de mérito dictada recientemente por Sebastián Casanello en la causa de la ruta del dinero K. Está claro, además, que Claudio Bonadío no equivale al Sergio Moro argentino y que el Senado alzó frente a él una barrera infranqueable para impedir los desafueros.

En cuanto a Macri, tiene que atravesar meses muy duros de la economía pero hay una batalla que ya empieza a ganar. La actual recesión, impresionante en sus números, no parece encauzarse en tensiones sociales violentas y la pulseada con el sindicalismo circula por cuestiones menores como el bono de 5000 pesos para fin de año. De más está decir que, en la lectura política más habitual, si el presidente llega a marzo como está ahora, no habría obstáculos graves para su candidatura.

Así las cosas, los intereses políticos de ambos una vez más coincidirían notablemente en las primarias. Ambos necesitan que el voto se concentre en ellos y que de ningún modo se haga realidad el panorama de una primaria donde surjan candidatos alternativos nuevos y críticos. Creadas para impulsar la democracia interna de los partidos e impulsar nuevas expresiones, las primarias funcionaron hasta ahora como una primera vuelta, evidenciando lo cerca que están de resultar políticamente inútiles para el sistema, que cuenta así en la práctica con dos primeras vueltas. El matrimonio Kirchner le encontró la vuelta a las primarias: las usó hábilmente para terminar con el riesgo del ballotage. Así fue que CFK consiguió en el 2011 un apabullante 51% en las primarias que le aseguró un 54% en la primera vuelta, con el efecto de que no hubo así ballotage, porque el Frente para la Victoria había obtenido más del 40% con más de 10 puntos de diferencia sobre su principal rival.

Con intereses comunes

Ahora, de frente a las nuevas primarias, ambos contendientes enfrentan el riesgo de que aparezcan en las urnas los que representan el hartazgo de seguir con Cambiemos por un lado y por el otro los peronistas que buscan escapar de la restauración del pasado que promueve Unidad Ciudadana. Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey representan la mayor posibilidad de pérdida de votos cristinistas mientras que Macri empieza a encontrar en su camino candidatos antisistema que le hablan a un votante macrista profundamente decepcionado. Así es que aparecen José Luis Espert y Alfredo Olmedo, en un arco ideológico que va desde el liberalismo hasta el nacionalismo y el peronismo.

Es sabido que, con este panorama, Cristina y Macri sólo pueden tener un deseo común: que no haya sorpresas y que el drenaje de votos que ambos sufran sea mínimo. Si las expresiones anti Cambiemos y anti CFK no son relevantes, ambos sectores llegarían a la primera vuelta bien posicionados y seguros de que la repetición de la polarización los conduce hacia una segunda vuelta bien concentrada.

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