Por Carlos Tórtora.-

La desescalada de la cuarentena que se dispone a aplicar el gobierno está marcada por la prudencia. Las imágenes de la muchedumbre sin barbijos ni distanciamiento en Milán y Madrid preocupan a la Casa Rosada, porque una apertura desordenada podría producir una suba de los contagios y obligar a volver con más restricciones. La realidad es que el número de contagios y de muertes en el país sigue siendo mínimo y muestra una curva tan aplanada que el pico de los contagios puede ser irrelevante.

En términos estrictamente políticos, el combate contra la pandemia le permitió a Alberto Fernández congelar la realidad política y gobernar casi dos meses con el apoyo masivo de la población y prácticamente sin oposición a la vista. También el combate contra la pandemia hizo que, por distintas razones, tanto la Justicia como el Congreso dejaran de funcionar, gobernando sólo el poder ejecutivo.

Ahora, la tímida reapertura de la economía que ensaya el gobierno puede tener la capacidad de cambiar esta situación. Del consenso generalizado por el combate a la pandemia se puede pasar a un conflicto generalizado por las demandas sectoriales de apoyo del gobierno ante la crisis del aparato productivo. La progresiva apertura de la economía también viene a coincidir con la definición sobre la deuda pública.

En el Gobierno admiten que un default “abriría una mayor incertidumbre económica” y un acuerdo ofrecería certezas. “Más allá de que hoy en día no tenés ni tendrías acceso a los mercados internacionales de deuda, un default tendría un impacto en términos de devaluación y caída financiera y puede complicarse el poco crédito que tenés al sector privado, que es para exportación”, reconocen. Ya en las últimas semanas se dispararon las cotizaciones paralelas del dólar, mientras las calificadoras de riesgo bajaron las notas de los bancos. En el Ejecutivo evalúan que, por un lado, un default podría fortalecer la posición negociadora de la Argentina, pero, por el otro, derribaría los precios de los bonos hasta tornarlos codiciables para los fondos buitre, que apuestan a cobrar el 100% de lo adeudado en los juzgados del extranjero. Si se arribase a un acuerdo parcial, admiten que las consecuencias financieras resultarías similares a las de un default total.

El triángulo del poder

Con estas perspectivas a la vista, es obvio que a la Casa Rosada le conviene proceder lentamente a la reapertura de la economía, evitando que la dinámica de los hechos se lleve por delante al gobierno. En este sentido, la alianza de Alberto con Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta es a las claras una intención de mostrar un frente político unido para navegar por la crisis.

Para el jefe de gobierno porteño, su entendimiento con el kirchnerismo le ha valido lucir como el número uno del PRO, eclipsando al menos transitoriamente a Mauricio Macri, que necesita de un tropiezo del gobierno para resurgir.

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