Por Enrique Arenz.-

Un anciano de 97 años es un ser sumamente frágil, expuesto cada minuto a que el menor percance en su entorno, una leve descompensación, un golpe o una simple caída, lo lleve a la muerte. Si ese anciano es un ciudadano ilustre, cuyas capacidades cognitivas están por encima del promedio y honra a una Nación trabajando por todos sus ciudadanos a esa edad, cuando podría estar jubilado y disfrutando de su lúcida longevidad, la obligación de todos nosotros, empezando por las autoridades, es tenerlo entre algodones, cuidarlo, preservarlo, admirarlo y honrarlo como lo que es, un regalo de Dios, una joya única e irreemplazable.

Ese es el doctor Carlos Fayt. Sin embargo el gobierno nacional y los legisladores oficialistas le están haciendo la canallada más cobarde y criminal que podamos haber imaginado.

Yo miraba por la televisión a esa chica jovencita que preside la Comisión de Juicio Político, Anabel Fernández Sagasti, hermosa y con una mirada tan dulce, y me costaba creer, primero, que fuera de La Cámpora, y luego que se mostrara tan insensible y fría con el honor y la vida de un anciano sabio de moral indiscutible al que nadie debería atreverse a tocar ni a molestar jamás. Entre los diputados K se veían muchas caras como avergonzadas, mortificadas de tener que cumplir una orden tan infame. Pero Anabel no, ella lucía exultante, feliz de derrumbar el prestigio de un prohombre y prestándose a violar el reglamento al aceptar investigaciones que pudo y debió rechazar por ilegales. Y yo me preguntaba, más conmovido que indignado, ¿esta chica no tendrá un abuelo ante cuya mirada se sienta avergonzada al volver a su casa? ¿Es posible que la política llegue a transformar a seres humanos normales en monstruos criminales?

Sagasti

Porque lo que estaban haciendo en ese salón del Congreso era una faena criminal. Fayt es un hombre moralmente fuerte y psicológicamente equilibrado; él siempre supo que su alto cargo institucional no era un juego de niños y que debía esperar las peores presiones y acechanzas. Por eso todos los que lo conocen aseguran que esta operación no lo va a afectar. Pero tengamos sentido común, la continuidad en el tiempo de esta embestida salvaje en la que se lo está acusando de ser un viejo inservible ¿no terminará transformándose en una virtual mesa de torturas para la pobre víctima?

Tarde o temprano, si esto no se corta de raíz, Fayt va a sentir el estrés y el cansancio moral de una situación absolutamente inhumana para cualquiera, mucho más para una persona con la fragilidad física de los 97 años. ¿Podrá resistirlo su salud?

Esperemos que sí. Cualquiera de nosotros, en su lugar, tal vez terminaría doblegado por el desgaste y pagaría con su salud o con su vida la persistencia heroica del aguante, que es lo que está haciendo admirablemente el doctor Fayt.

Pero, cuidado Cristina y Aníbal Fernández, ustedes que son los principales promotores de esta agresión para barrer a Fayt de la Corte nada más que porque le tienen miedo, cuidado: debieran rezar para que a este anciano no le pase nada, que no se les vaya a morir justo ahora. A los 97 años la muerte es un proceso natural y esperable que puede suceder en cualquier momento. Pero si sucediera ahora, ¿alguien en este país creerá que murió porque le llegó la hora, o todos pensaremos que se les fue a ustedes, en su mesa de torturas? Las consecuencias políticas del eventual fallecimiento del doctor Fayt serían para el gobierno mil veces peores que la muerte dudosa de Nisman.

Que no se produzca este desenlace, que Dios no lo permita, más que por Fayt y por su familia, por nosotros mismos, porque todos queremos llegar en paz al esperado mes de diciembre.

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