Por Carlos Tórtora.-

El escándalo de la mesa judicial de María Eugenia Vidal sacó de su silencio a Cristina Kirchner, que aprovecha ahora el estado de confusión de Juntos por el Cambio, que llega a esta instancia luego de una serie de episodios que muestran su debilidad. Pero la ofensiva del cristinismo hay que leerla como de doble filo. Apunta a la oposición pero en realidad es una intimación a Alberto Fernández para que acelere medidas políticas para contener las causas por corrupción contra CFK. Ésta tuvo el mes pasado una excelente noticia, que fue la designación de Alejandro Slokar como presidente de la Cámara Nacional de Casación Penal. También fue positivo para ella que el presidente reconociera públicamente que es necesario ampliar la Corte Suprema. Ésta sería la señal de largada de una compleja negociación con la oposición, ya que la designación de los ministros de la Corte requiere de los tercios de los votos de los presentes en el Senado.

La Corte es el objetivo

El gobierno tiene un pretexto ideal para iniciar la batalla por la Corte y es que está pendiente la designación de su quinto miembro, la sucesora de Elena Highton de Nolasco.

Pero además hay otras consideraciones tácticas, como por ejemplo que los conflictos internos y la ausencia de un liderazgo claro hacen que Juntos por el Cambio muestre hoy una enorme fragilidad en cualquier negociación que abra el gobierno.

En otras palabras, que el momento es óptimo para una ofensiva oficialista ante la garantía de que se dividiría el frente opositor. Por eso, tal vez en el entorno de la vicepresidenta especulan con que la mesa judicial de Vidal y la mención de la búsqueda de una Gestapo local le darían al kirchnerismo duro el espacio suficiente como para pasar a la ofensiva en el tema judicial.

El gobierno viene de absorber el impacto del fallo de la Corte Suprema que declaró inconstitucional la reforma realizada en el 2006 del Consejo de la Magistratura y, a esta altura de los acontecimientos, queda claro que para cambiar la actual tendencia del tribunal sólo queda llevarlo de 5 a 9 miembros e intentar que funcione dividida en salas, consejos que suministró en su momento la llamada “Comisión Beraldi”.

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