Por Rodolfo Patricio Florido.-

El romance que durante 3 a 6 meses se les dio a todos los gobiernos que asumieron, no existió ni 24 horas. Como Cristina sufre de abstinencia de poder, transmite a sus seguidores que deben obstaculizar absolutamente todo lo que nazca de la Presidencia Macri y la Gobernación de María Eugenia Vidal.

El o los motivos son muy simples. Volver al Poder antes que la sociedad se olvide de ella o que la Justicia la condene primero a una asistencia diaria a tribunales o a una sucesión de condenas que la sepulte en la ignominia social.

Los instrumentos de esos objetivos políticos son los periodistas militantes, legisladores peronistas, los Intendentes y los Gobernadores. A algunos los extorsionarían con sus propias causas judiciales pendientes o la amenaza de dar a conocer algunos ilícitos propios. A otros, los seducen con una rápida vuelta al poder político y así poder volver a tomar a las decenas de miles de ñoquis y de funcionarios políticos hoy desocupados.

En esto, el peronismo, por lo menos en su vertiente kirchnerista y en su vertiente corrupta, vuelve a su histórica conducta golpista por la cual cuando no detentan el poder lo único que hacen día a día es conspirar para que quien lo posea no tenga más alternativa que fracasar. Claro que quizás haya otro peronismo (Massa-De la Sota-Urtubey) que pareciera ser más republicano que el golpismo histórico de ese peronismo insaciable que destruye a la oposición como si esta fuese sólo un mal transitorio entre las internas peronistas para sucederse así mismo. Curiosa situación. El peronismo protesta cuando los golpes militares lo dejaban sin poder, pero son a su vez golpistas desatados cuando otra expresión política no peronista osa tener el favor popular.

De una u otra manera, lo cierto es que Cristina usa todo esto para asegurar su porción de droga para sus síntomas de síndrome de abstinencia, jugando con todos los actores de tal manera que le garanticen su regreso y así la impunidad y la intolerancia encuentran una nueva y más sangrienta oportunidad.

Hay que ser claro en esto. Si el cristikirchnerismo triunfa en este objetivo de destruir lo que ganó en las urnas y no darle la más mínima posibilidad de desarrollar sus ideas, la etapa que devendrá a la Argentina será infinitamente más dura, intolerante, perseguidora y disciplinante que lo que hemos visto en el período 2007/2015.

La voracidad de Cristina será tremenda y superior porque buscará compensar con comilonas de totalitarismo su ausencia en el tiempo. Quienes no comprendan esto, sean macristas, radicales, socialistas, aristas o peronistas republicanos, verán cómo sus presentes se transforman en cuerpos insepultos y sus legitimas aspiraciones democráticas sufren un golpe tremendo que nos dejará a las puertas del totalitarismo o de una violencia que puede terminar arrastrando a la democracia misma.

Gracias a Dios, parece que el Presidente y sus aliados radicales y aristas comprendieron la naturaleza de las jugadas de Cristina y están reaccionando de la única manera que se puede y que se debe. Duro. Y, esto, no se trata de un concurso de compadritos o barras bravas, se trata de que no se puede tener una competencia leal con quien va a la cancha con alfileres y hojitas de afeitar. El cristikirchnerismo entiende que la negociación es una debilidad de quien la practica. Así, mientras que ese paradigma no se altere será imposible transitar una nueva época.

Por su parte, el peronismo no kirchnerista también necesita que el cristikirchnerismo deje la escena dominante para reconstruir un peronismo más republicano. En esto, el peronismo y el macrismo deberían transitar juntos el nuevo camino.

Uno para encontrar gobernabilidad y poder desarrollar todo su potencial. El otro, para poder efectivizar la herencia del peronismo y darle a este movimiento el carácter republicano que ha perdido.

En esto, se debe ser preciso. El peronismo durante mucho tiempo afirmó que los gobiernos no peronistas colapsaban y no llegaban a término. Hoy en día, esta supuesta debilidad de los no peronistas se está transformando en una debilidad del peronismo mismo. La sociedad comienza a ver al peronismo -por lo menos en su vertiente kirchnerista- como un movimiento golpista. Esto, al peronismo de los Massa, Urtubey y De la Sota no les sirve porque son ellos los que aspiran a recuperar el protagonismo nacional y no podrán hacerlo hasta que Cristina se diluya entre traiciones y una gira judicial que le ocupe todo el tiempo de su vida en tratar de no terminar tras las rejas o con sucesivos juicios y millones de dólares perdidos en poderosos estudios jurídicos.

O sea y finalmente, tan cierto como que no hubo luna de miel para el poder naciente es que no hubo ni habrá negociaciones con el cristikirchnerismo duro. Una espalda se romperá y esto será este año porque el Gobierno Nacional no puede llegar a las elecciones del 2017 y perder la Provincia a manos de Cristina Kirchner en una elección a Senadores que excederá esa pretensión legislativa para inevitablemente ser un apoyo o rechazo en medio término para las políticas que Cambiemos esté desarrollando.

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