Por Carlos Tórtora.-

La lectura sobre la aparición de Cristina Kirchner pidiendo la reforma del sistema de salud es bastante unánime. El gobierno está alarmado por las encuestas que señalan un empate técnico con Juntos por el Cambio en el primer y segundo cordón del conurbano. Paralelamente, las señales de agotamiento económico de los sectores más perjudicados por las restricciones incidirían en la caída en los números del oficialismo. Ante esto, el oficialismo giró rápidamente en Buenos Aires, pasando a defender la presencialidad en las clases, la vuelta de los cines y los teatros, etc. Más importante es el giro dado al buscarse ahora acelerar la compra de vacunas a Pfizer, Moderna y Johnson. Otro factor que pesaría en el ánimo de CFK serían los recientes tropiezos verbales de Alberto Fernández, que lo dejaron mal parado en los últimos días.

El anuncio de la vicepresidenta sobre el sistema de salud echó a rodar varias interpretaciones con un denominador común: la reforma en salud apuntaría a que el gobierno controle la caja de la salud privada pero no las prestaciones, que obviamente se podrían ver afectadas. No se advierte qué beneficios podría darles la reforma a los usuarios de la salud pública, salvo que se plantee la transferencia de recursos del sector privado al público. Es obvio que la reforma de salud aleja más a la clase media del gobierno pero ella está tratando ahora de consolidar su propio electorado.

Un paso al frente

Esta nueva irrupción de CFK pone en evidencia que el oficialismo intenta recuperar la iniciativa política, al menos hasta que la campaña de vacunación influya en el humor social, lo que no deja de ser una suposición. El primer dato de esta ofensiva está en su comunicadora. La vicepresidenta habló flanqueada por Axel Kicillof, remarcando así que estamos frente a una concentración de poder político que está por encima del propio presidente. En segundo lugar, la vicepresidente salió de su encierro en la lucha contra el Poder Judicial para acercarse a los temas que le importan a la mayoría de la gente, como es la salud. De este modo, ella deja de dar la imagen de que sólo se interesa por sus cuestiones en la justicia. En tercer lugar, la propuesta de reformar el sistema de salud parece haber tomado por sorpresa al presidente y su equipo.

Lo significativo de todo esto es que la vicepresidente olfatearía el peligro en las urnas y asume en consecuencia la iniciativa. La pronunciada baja de su imagen positiva le marca a ella el riesgo de mantener su ahora acostumbrado perfil bajo. Con su liderazgo social en juego, Cristina pasaría ahora a tener más protagonismo directo, como lo prueba su reciente exhortación a no politizar la pandemia, lo que puede eclipsar bastante más al presidente.

Share