Por Rodolfo Patricio Florido.-

El título define lo que sucedió. Es eso o Scioli es un autista o piensa que todo el mundo es idiota. Él no eligió NADA, Cristina le puso a Zannini y Scioli no solo lo aceptó sino que salió a cubrir las supuestas formas diciendo que fue su idea, que Cristina la aceptó y que luego restaría preguntarle a Zannini. Patética explicación. Hasta Zannini evidenció que fue Cristina y no Scioli quien lo impuso cuando afirmó… «La Presidenta me consultó hoy y le dije que aceptaba la candidatura a vicepresidente».

La dignidad y el carácter deberían cotizar en bolsa como un bien escaso. Randazzo es la otra víctima. Destruido sin preaviso, pasó de ser la imagen del kirchnerismo puro que venía a evitar una diáspora al sciolismo conservador de derecha y corporativo, a ser un condenado sin preaviso ni destino, excepto que aceptase retractarse sobre todo lo dicho y aceptar las órdenes de Cristina con una complaciente sonrisa de político bien atendido y hacer campaña contra quien había denostado.

De cualquier forma la movida presidencial es excelente, precisa e incontrastable, por lo menos para los sectores ultrakirchneristas que ven a la Presidenta como una suerte de reencarnación combinada entre Evita y la revolucionaria marxista Rosa de Luxemburgo. De hecho, ella cultiva esa suerte de dualidad que le permita hacerse cada día más, una multimillonaria ideológicamente menos culposa, ya que ella, con expresión conmovida, ordena a sus súbditos que abran los graneros de trigo para su pueblo y cultiva una lágrima mientras retorna a su triste dieta de sushi y lomo Strogonoff.

Si se observa con detenimiento, nadie con trayectoria propia en la matriz justicialista es nunca consolidado por Cristina. Es ella la que provee el Poder, ella quien lo bendice o quien lo termina, ella quien dota a un desconocido de la atención periodística y ella quien lo saca de esa misma atención con un plumazo. Cristina usa el Poder de tal manera de que todos sientan con claridad meridiana que sus presentes y sus futuros solo tienen una dueña. Cualquiera que ose discutir o hacer algún berrinche en contrario sabe que el sol del Poder no le brindará calidez alguna y que quedará expuesto a la inclemente frialdad del invierno patagónico. Kicillof, Wado de Pedro, Boudou, De Vido, Guillermo Moreno, Echegaray, el propio Zannini y otros similares son siempre estrellas que brillarán mientras el sol lo decida. Todo el periodismo se preguntó quienes eran cuando fueron accedieron a algún puesto expectante de poder o fueran mencionados amorosamente por Cristina en algún acto transmitido por Cadena Nacional. Cristina es -en un ámbito distinto- como Tinelli para algunos artistas cuando llegan a la pista de Showmach. Valen el doble o el triple de los cotizaban antes de que fueran bendecidos por el rating o, en este caso, por el Poder de Cristina.

Ni su hijo es distinto más allá de lo afectivo.

Habló 2 veces en público (en ámbitos controlados que lo vivaran) después de 12 años de convivir y usar un poco de Poder prestado y todos se vieron en la necesidad poco menos que de compararlo con la brillantez de un estadista de la talla de Charles De Gaulle. Tampoco es esto tan novedoso. Solo revisar la historia bastará para recordar el poder que supieron tener Antonio y Aíto de la Rúa con lo que se dio en llamar el Grupo Sushi (una suerte de “La Cámpora” igualmente paqueta pero con un discurso más glamoroso propio de la zona de sus reuniones en el barrio de las Cañitas). No eran pocos los que por aquellos años hablaban de la experiencia y la sabiduría de esos dos chicos malcriados que obtuvieron hasta el control de la entonces SIDE. Hoy, ambos son historia mientras deambulan por la farándula que los cobijo cuando Antonio fuera pareja de Shakira.

En otras palabras, los por Cristina designados, saben que llegaron ahí por decisión del matrimonio presidencial y sin más mérito que la observancia inexcusable a las órdenes que le lleguen.

Quienes osen tener algún pensamiento propio o la más mínima discusión u honesta opinión sobre alguna decisión u orden presidencial, deben irse. Roberto Lavagna, Alberto Fernández, Gustavo Béliz y el propio Sergio Massa son algunos de esos funcionarios que con méritos propios y antecedentes más allá de las bendiciones patagónicas tuvieron que seguir su camino en soledad cuando osaron dar una opinión antes de que la orden llegara.

O sea, Daniel Scioli no quedó preso del kirchnerismo como dice gran parte de la oposición. Scioli es así. Se autojustifica siempre. Quizás Cristina lo vea como uno de los personajes de esa serie de la que es totalmente fanática (Games of Thrones) y los hay muchos y llenos de variantes, como el que personifica el actor Alfie Allen, o sea Theon Greyjoy, conocido más por su apodo, “Hediondo”. Un personaje quebrado espiritualmente por su amo, que todo el público espera que reaccione, que lo humilla y solo espera de él que se comporte como un obsecuente. Claro que “Hediondo” también termina reaccionando cuando percibe que terminará perdiendo la vida. ¿Cómo termina? No lo sé. Tuvo su primer gesto de dignidad y no se sabe si sobrevivirá a él. Al fin y al cabo es solo una serie de televisión y la vida política real en nuestra Argentina puede ser mucho más cruel que la mayor imaginación. La consigna por ahora es clara y es MÁS CRISTIKIRCHNERISMO. Será el pueblo argentino el que decidirá. Sea esta la continuidad de Kirchnerismo, de la Cámpora, del poder de Cristina, de Máximo y de Milani; sea esta la aventura que supone que un partido que no sea la UCR o el PJ gobiernen por primera vez en la historia la República Argentina. ¿Será mejor o peor? Nadie lo sabe. Al fin y al cabo a Cristina le encantaba ir a los programas políticos de TN, a “Almorzando con Mirtha Legrand” y cuestionar al oficialismo mientras el poder era una abstracción que veía lejos y el oficialismo no era ella.

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