Por Guillermo Cherashny.-

Fuentes muy informadas sostienen que Cristina tomó nota de que el presidente la quiere correr por izquierda en un intento de quitarle las banderas al cristinismo y La Cámpora, de ahí su posición pro Venezuela, la visita a Milagro Sala y las críticas de Pérsico y los Navarro, a los cuales los quiere dejar sin la tercerización que ejercen. Lejanos quedaron los tiempos en que la CGT y los gobernadores apoyaban a un Alberto frente a la vice por la simple razón de que el presidente no usa la lapicera ni deja que nadie tampoco ejerza el poder, lo que genera un desgobierno total.

En los tiempos en que gobernaba De la Rúa, el senador nacional José María García Arecha decía que Fernando se metió en La Rosada con Inés Pertiné, sus hijos Antonio y Aíto, y se guardó la llave. Lo mismo pasa con AF, que se rodea de su mesa ratona, integrada por el «nietito», Vitobello, Vilma, Cerrutti y Olmos, se aísla totalmente de la realidad y vive en un mundo irreal donde la Argentina no para de crecer y él es líder de un hemisferio sur que interpela al norte.

Cafiero lo describió de esta manera: «los líderes del G7 estaban ansiosos de escuchar a Alberto», lo que demuestra el delirio que tiene la mesa ratona presidencial. Además, Cristina está muy molesta con los ataques personales que recibe de los piqueteros y alcahuetes presidenciales que reciben instrucciones del presidente o que hablan en nombre de él y que le faltan el respeto continuamente.

El mecanismo está por verse y puede que sea por un planteo conjunto de la CGT, gobernadores, Massa y La Cámpora, o bien que en Diputados algunos legisladores apoyen los pedidos de juicio político de la oposición como modo de que el presidente se convierta en jefe de estado y deje el gobierno o bien forzarlo a renunciar a su cargo de presidente y que asuma la vicepresidente.

La forma de evitar un trauma político es que Cristina anuncie un plan antiinflación, de estabilización y crecimiento y, con Sergio Massa como jefe de gabinete, Álvarez Agis en economía, Redrado en el BCRA y Daniel Scioli, que volvería a la embajada en Brasil o bien ocupe la cancillería en lugar de «el nietito». El país tiene un piloto que perdió el instrumental y va con rumbo de colisión y hay que actuar antes de que sea tarde.

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