Por Carlos Tórtora.-

El equipo de María Eugenia Vidal coincidiría en algunas conclusiones. Por ejemplo, que Mauricio Macri no sólo perdería la primera vuelta con Cristina Kirchner sino que en el ballotage podría producirse la unificación automática del voto peronista detrás de ella. Es muy difícil que un seguidor de Massa, Lavagna o Urtubey se incline por Cambiemos. Pero para Vidal el partido se define en la primera vuelta, porque en Buenos Aires no hay ballotage. Sus principales preocupaciones son que el presidente la hunda en su caída pronunciada y que la marcha triunfal de CFK lo traccione a Axel Kicillof hacia arriba, haciéndole ganar la gobernación. Es así que los principales operadores de la gobernadora, empezando por su ministro de gobierno Joaquín de la Torre, están avanzando en el diálogo con unos 20 intendentes K del conurbano, casi todos ellos candidatos a renovar sus mandatos. Ellos tienen como objetivo central ganar su reelección, para lo cual confían en CFK como candidata. Pero se sienten muy lejos de Axel Kicillof y preferirían que Vidal se quede otro período, ya que estaría debilitada y sumamente concesiva si Cristina es presidente. Se conversa entonces acerca de un corte de boleta que muchos de los alcaldes podrían impulsar a favor de la gobernadora. Una operación técnicamente difícil, porque la boleta para gobernador se encuentra en medio de la sábana de boletas que se distribuirán en la provincia.

A todo esto, las señales de sectores del establishment a favor de la candidatura a presidente de Vidal se estrellan contra la decisión final de Macri de mantener su candidatura. Aparentemente, Jaime Durán Barba sostendría que una renuncia del presidente a su candidatura implicaría el inmediato colapso del gobierno y que éste no llegue a completar su mandato. Justamente en el peronismo ya son varios los que piensan que aun siendo candidato Macri no llegaría al 10 de diciembre y que necesitaría un repunte significativo en las encuestas para mantener la gobernabilidad. Todos miran por supuesto al dólar y a la cuenta regresiva que comenzaría a correr si la divisa toca el techo de la banda y el BCRA debe empezar a vender U$S 150 millones por día. El siempre movedizo Eduardo Duhalde auguraría que la situación del gobierno es terminal y que se debe pensar en la solución que lo llevó a él a la presidencia: la convocatoria a una asamblea legislativa que elija un presidente interino (tal vez Miguel Ángel Pichetto) para que renegocie con el FMI y ejecute un plan económico de emergencia.

Mientras estas operaciones circulan, en Balcarce 50 apuestan a que, ahora que el lanzamiento de Cristina es un hecho, se produzca un efecto rebote de sectores indecisos asustados por ella que repotencie a Macri hasta alrededor del 30 por ciento de intención de voto, lo que permitiría hablar de un ballotage disputado y daría oxígeno para seguir gobernando hasta el final. En este horizonte oscuro, hay dos cuestiones centrales para que el macrismo continúe respirando: que tanto Roberto Lavagna como Sergio Massa continúen dispersando parte del voto peronista y que la Convención Nacional de la UCR lo ratifique a Macri como candidato a presidente.

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La ex presidente ya dio el paso al frente y lo hizo luego de iniciar contactos reservados con la administración Trump, al tiempo que declaraba que ella no defaulteará y que su marido le pagó al FMI religiosamente. El caso es que a la Casa Blanca lo que más le preocupa es la perspectiva de ingobernabilidad y default si Cambiemos gana las elecciones con un peronismo cada vez más volcado a la oposición.

Cristina espera el triunfo de Omar Perotti en las PASO santafesinas y también que Massa siga avanzando en sus conversaciones para colocar sus candidatos en las listas kirchneristas, señal de que se bajaría de su candidatura o que sería candidato a gobernador de Unidad Ciudadana.

Para ella llegó una instancia decisiva en las encuestas y es cómo cae su decisión de aceptar la candidatura entre los sectores independientes.

Por su parte, el rumbo de Lavagna depende en parte de la suerte que corra el socialismo santafesino, su aliado, en las PASO locales y de que el radicalismo se fracture en su convención, quedando un sector a favor de la candidatura de aquél.

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