Por Jorge D. Boimvaser.-

Néstor Kirchner lo palmeó a Héctor Magnetto cuando vivían un romance de conveniencia, y le dijo: “Te voy a hacer el hombre más rico de la Argentina”.

Fue a la entrada de la residencia de Olivos, donde el CEO de Clarín se sentía jugando de local. Néstor pretendía que Magnetto hiciera lo que después hicieron los Esquenazi: ser sus testaferros en la compra de acciones de YPF.

El CEO de Clarín nunca dijo qué le respondió, pero tiempo después la “corpo” se les dio vuelta a los Kirchner tras la frustrada 125 y el glorioso “mi voto no es positivo” de Julio Cobos.

Néstor entró en furia y decidió destruir al grupo a como diera lugar. Pero, como esos técnicos de fútbol que cometen errores gruesos a la hora de cambiar un jugador, “el lupo” eligió un medio pelo, traidor serial y ex Partido Comunista Argentino… los mismos que apoyaron la dictadura de Videla porque los genocidas le vendían granos a la otrora URSS.

El ex Intendente de Morón es lo opuesto a la leyenda del rey Midas, aquel que todo lo que tocaba lo convertía en oro. Sabbatella es lo contrario… pero no vamos a usar esa palabra que suena y huele feo.

Ser ladino no es igual a ser inteligente, y a Néstor le faltó picardía para elegir al comandante que se llevaría puesto al multimedio.

“No me voy a morir hasta no ver a Magnetto de rodillas”, dijo en una de sus tantas tonterías a prueba de balas. Ya se sabe dónde está Néstor y dónde Magnetto en este 2015 que se va.

Después siguió Cristina con la misma consigna y el mismo mariscal de la derrota al frente del AFSCA.

Le hicieron la guerra a Ernestina Herrera, a los pobres hijos que eran convidados de piedra en un festín diabólico de refregarles una historia que la contaban con falsedad. Se quisieron quedar con Papel Prensa y fracasaron. La gallina de los huevos de oro en el grupo es Cablevisión-Fibertel, y tampoco la pudieron voltear. Esa insólita palabra que es “desinversión” no pudo nunca llevarse a cabo. El gobierno puso a un accionista mexicano, David Martínez, para denunciar al grupo y aun adecuando una ley a sus pretensiones no pudo hacer nada.

Sabbatella quiso entrar a las oficinas de Clarín con un ejército de sus alcahuetes y tuvo que retroceder mal e irse porque la justicia había dicho otra cosa.

Cristina no quería llegar a las elecciones del 2015 con Clarín en la calle y Canal 13-Todo Noticias en pantalla. Los bobos no saben que la prensa no gana elecciones; influye sí, pero no vota por todos. Lo sabía Perón cuando dijo que con el periodismo a su favor lo echaron en el ‘55 y cuando lo tuvo en contra regresó en el ‘73.

Pero los Kirchner se sentían monarcas absolutos; Perón no era nada al lado de ellos.

Ya conocés el final de la historia. Néstor muerto, Cristina en retirada y psicológicamente con altibajos peligrosos (para ella) y un retorno imposible. Jamás volverá al poder.

El “tonto y retonto” del que quiere resistir en el AFSCA perdió todas las partidas, pero no quiere irse suponiendo que si resiste empieza su peronización total pues pretende tener un lugar en la cúspide de la próxima reorganización del PJ.

No sirve ni para lustrarle los zapatos a Urtubey. Arrastró a Aníbal Fernández al abismo y su hermano se hundió en Morón por la portación de apellido.

Clarín perdió el Fútbol para Todos, y el diario no se vende como antes, pero a todos los medios gráficos les ocurre algo similar. La era de Internet se lleva puesto a la gráfica aquí y en todo el mundo.

En el ínterin de esa guerra, “La Cámpora” acusó de espía ruso al conductor y periodista científico de TN Guillermo Lobo. Semejante imbecilidad tuvo su razón de ser. Lobo había difundido la lista de enfermedades producto de la pobreza que sigue haciendo estragos en el Norte argentino. Lo conoce porque el hombre es de Jujuy y sabe lo que habla.

¿Un jujeño agente de la KGB? Gravemente humorístico, pero así es la realidad para “La Cámpora”. Ficción a su antojo.

Cristina perdió la guerra contra la “corpo” por paliza. ¿Cómo era que Néstor no se iba a morir hasta no ver de rodillas a Magnetto?

No sirvió ni para profeta. Sólo para cometer fechorías que las pagamos todos, aun quienes lo votaron.

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