Por Carlos Tórtora.-

El impactante éxito de Alberto Fernández colocó al kirchnerismo en el umbral del poder y lo obliga a una discusión sobre la etapa de transición, para la cual no estaba preparado. El olor a poder que se siente en el Frente de Todos disimula casi cualquier problema y especialmente los problemas internos. Alberto F consiguió una división del trabajo con Cristina Kirchner que le evita cualquier colisión. Pero el problema de fondo existe y se acerca la hora de las primeras definiciones: Alberto F da señales de querer ser un presidente con plenos poderes pero en el entorno de CFK lo imaginan como un mandatario recortado por el núcleo duro K. Hasta el más ingenuo de los kirchneristas sabe que abrir la lucha interna antes de que termine la pulseada con el macrismo sería poco menos que suicida, así que nadie abre la boca. Lo que no quiere decir que no se estén tomando posiciones y que no se desarrollen tensiones cada vez más evidentes. Por ejemplo, Alberto F, que carece de todo poder territorial propio y que no intervino en el armado de las listas de candidatos a legisladores, empieza a querer tener cierta pretensión de proyectarse en el conurbano. Allí se formó un espacio, por ahora informal, de intendentes albertistas. Encabeza la nómina Juanchi Zabaleta de Hurlingham, que se distingue por estar en la lista negra de Cristina Kirchner, que no le perdonaría sus saltos de uno a otro sector. También se anota el alcalde de San Martín, Gabriel Katopodis, que actuaría en nombre de un peso pesado, el lomense Martín Insaurralde. Gustavo Menéndez también estaría en este sector. Este incipiente albertismo en el conurbano es la contracara de lo que se viene presentando hasta ahora como el cristinismo oficial. En efecto, Cristina descansa sobre el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, y confía, entre otros, en Mario Secco (Ensenada) y Francisco Durañona (Areco). Todos estos miran con desconfianza la aparición del albertismo en el conurbano.

El aliado Massa

Otro tema que se va abriendo paso es la inquietud por los planes de Sergio Massa. Éste trabajó codo a codo con Alberto en la campaña para las PASO y se convirtió en su mano derecha para no pocos temas. Esto dista bastante de la relación casi protocolar de Massa con Cristina luego de que se reconciliaran. Así las cosas, el triunfante candidato a presidente tiene dos operadores centrales, Juan Manzur para los gobernadores y Massa para los distintos sectores del peronismo y también para una parte del establishment. En La Cámpora ven esta agrupación de fuerzas como un peligro inminente para sus planes de controlar los resortes claves del Estado. Una tensión que a duras penas se estiraría hasta el 27 de octubre.

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