Por Sebastián Dumont.-

“Si a Macri le va bien, con sus ideas y métodos, no volvemos más al poder”. La frase pertenece a varios dirigentes importantes que ocuparon cargos en los últimos doce años en el orden nacional, provincial y municipal. Y más allá que en forma pública digan que quieren que al gobierno le vaya bien, en realidad no sería tan así. La aceleración de la oposición al macrismo desde el 11 de diciembre con una virulencia inusitada sólo se explica por la necesidad que el mandato de Cambiemos no pueda consolidarse. Después de la marcha del viernes, se volvieron a agitar estas ideas, alimentadas por las propias decisiones que toma el gobierno donde la comunicación de las mismas dejan dudas.

En las mesas políticas de la provincia de Buenos Aires, vinculadas al Frente para la Victoria, ahora con intentos de llamarlo Frente Ciudadano, las especulaciones están a la orden del día. El avance de las medidas de sinceramiento del macrismo le está entregando el plafón para su plan, mucho antes de lo pensado.

Los dichos de Fernando Espinoza, el presidente del PJ bonaerense semanas atrás no fueron casuales. El peronismo fuera del poder, pero sobre todo una generación de dirigentes peronistas, no tiene tiempo ni chances de que a Macri y Vidal les vaya bien. Aunque declamen otra cosa en forma pública. La manera de ver la política por parte de Cambiemos es tan distinta que, si tienen éxito, se inaugura una etapa nueva en la Argentina que deja con pocas chances a toda una camada.

Por eso, “cuanto peor, mejor”, analizan quienes, subidos a las medidas que toma el gobierno, creen que en este camino, el gobierno tendrá serias dificultades para arribar a las elecciones del año próximo con cierto éxito. Pero en el macrismo confían que este momento es el más duro y que las consecuencias del “ordenamiento se verán pronto” y ello llevará a un cambio de humor.

Si bien la imagen del presidente tuvo un descenso, todavía los niveles de aceptación son altos. Igual que los de María Eugenia Vidal.

Lo que no deja de llamar la atención, salvo que exista un plan para que Macri no haga pie, es la potente oposición que se desató desde el minuto uno de la gestión nueva. Porque ahora se habla de las medidas de ajuste, pero la impronta K y sus métodos se pusieron en marcha desde las primeras horas en que pasaron a ser oposición.

En esto, juegan un rol clave los intendentes del conurbano. Son los que controlan los territorios y saben qué pasa en los barrios. Las constantes deliberaciones de los jefes comunales llevan a pensar que están preocupados y ocupados en el tema. Aunque muchos de ellos se dediquen más a la televisión y los medios que a su propia gestión.

La marcha del viernes dejó muchos interrogantes y una sola certeza: está claro que, más allá de las declamaciones, si a Macri le va bien, se acaba una etapa dirigencia que no está dispuesta a dar un paso a costado.

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