Por Carlos Tórtora.-

Horas después de la exitosa movilización opositora liderada por Hugo Moyano, los grandes medios de comunicación instalaron en primera plana el debate sobre la difícil sanción de una ley despenalizando el aborto, cuyo proyecto reúne a una transversalidad de diputados macristas, kirchneristas, radicales y hasta massistas. El siempre moderado senador Miguel Ángel Pichetto no dudó en calificar la cuestión como una cortina de humo lanzada por el gobierno para tapar la situación económica. Antes del acto de Moyano, el macrismo había hecho otra prueba piloto con el caso Chocobar, pero en este caso volcándose hacia la dirección opuesta al aborto: el apoyo a la mano dura.

Chocobar y el aborto trasuntan la preocupación oficial por la creciente pérdida de la iniciativa política que sufre el macrismo a partir de la crisis por la reforma previsional en diciembre pasado. Como suele ocurrir en todos los gobiernos no peronistas -es decir, radicales, militares y ahora el PRO-, el sector más combativo del sindicalismo peronista asume una vez más el rol de desgastar el gobierno, abriéndole camino a un frente político anti Macri que todavía no existe.

En la visión conspirativa de la realidad que se suele tener desde el poder, la Casa Rosada habría confirmado lo que daba por hecho: en varios de los discursos en la 9 de Julio, fue mencionado el Papa en forma entusiasta y hasta con aplausos. La instalación del aborto en la agenda legislativa parece una respuesta al Vaticano.

Así es que, por primera vez desde que asumió la presidencia, Macri parece haber perdido la iniciativa política justo cuando las circunstancias lo encumbraron con la presidencia del G-20.

La fractura de la CGT, aun cuando se profundice y quede por un lado el eje Moyano-Sergio Palazzo (secretario general de los bancarios) y por el otro los gordos, terminaría motorizando un plan de lucha que ya reclaman por ejemplo las dos CTA.

Un dato curioso pero explicable es que la oposición social se consolida justo cuando la oposición política es poco visible. Sin embargo y acuciada por el renacer sindical, la UCR pasó de ser un aliado incondicional al status de aliado crítico. Esto tiene especial importancia en la gobernabilidad de Buenos Aires, porque María Eugenia Vidal marcha directamente hacia la colisión con los docentes al sostener el 15% de aumento sin cláusula gatillo.

También parece explicable porque en el peronismo las miradas de la dirigencia están puestas en Sergio Massa, que no adhirió al acto de los camioneros. El tigrense y CFK son las únicas dos figuras del peronismo que miden, a un año de comenzar la carrera electoral, como para disputarle la presidencia a Macri.

Sin duda que el caudal de votos de la ex presidente es hoy mucho mayor que el de su ex jefe de gabinete. Pero Massa les comentaría a sus íntimos que, en un ballotage más que probable, Cristina tendría menos chances de ganar que él. En otras palabras, que sectores independientes que hoy votan por Macri podrían llegar a volcarse a Massa, pero jamás hacia ella.

Aunque en forma incipiente, el paso al frente de Moyano blanqueando que hay una fuerte oposición social a la política económica del gobierno también insinúa el comienzo de una pre-interna entre Massa y Cristina.

Las nuevas carpetas

Que el macrismo siente el impacto del malhumor social, el descenso de las expectativas positivas y de las incesantes denuncias por corrupción que van saliendo a la luz pública no hay duda alguna. El año pasado se daba por probable la remoción del juez federal Daniel Rafecas y la semana pasada, la Comisión de Acusación del Consejo descartó someter al juez federal a juicio político, pero pidió que se le aplique una sanción económica equivalente a la mitad de su sueldo. Había sido denunciado por desestimar la denuncia de Alberto Nisman contra CFK.

De la mano del negociador corporativo -en este caso el juez federal Ariel Lijo-, los magistrados del fuero federal van convirtiendo en realidad la frase “ni uno más” que se dijo en Comodoro Py después de la remoción del camarista Eduardo Freiler. En otras palabras, los recientes casos del Ministro de Finanzas Luis Caputo y su vinculación con el fondo Noctua y del Subsecretario General de la Presidencia Valentín Díaz Gilligan con el depósito en Andorra de 1,2 millones de dólares, indican que el circulo áulico de Macri necesita cada vez más contar con el buen humor de los jueces federales. En consonancia con esto, en el oficialismo cada vez se ve con más moderación el paquete de causas por corrupción que jaquean a Cristina Kirchner y sus íntimos. La excarcelación de Amado Boudou habría marcado un sutil punto de inflexión que continuaría con la puesta en libertad de Carlos Zannini.

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