Por Carlos Tórtora.-

Falta un mes para el cierre de listas para las PASO del 9 de agosto y sólo 20 días hasta la fecha tope para la presentación de alianzas. En los últimos días, Mauricio Macri fue el más presionado para que aceptara algún tipo de acuerdo con Sergio Massa, que apuntaría a su candidatura a gobernador por la triple alianza que componen el PRO, la UCR y la Coalición Cívica, ya que la teoría de la “interna grande” con el Frente Renovador adentro está descartada. Ya con los últimos números en la mano, el jefe del PRO habría encontrado los argumentos que necesitaba para plantarse definitivamente. Según dos encuestas encargadas por el macrismo, si el tigrense fuera, por ejemplo, candidato a gobernador de la alianza opositora, la suma de votantes que esto significaría podría ser inferior a la pérdida de votos que ocasionaría. Particularmente en las filas radicales, si Massa se suma, muchos votantes definidamente antiperonistas podrían emigrar hacia la candidatura de Margarita Stolbizer.

Así las cosas, aunque en los próximos días seguirían las versiones, Macri, Sanz y Carrió ya habrían consensuado no hacer innovaciones que, como la mencionada, podrían hacer entrar en crisis a la alianza. Claro está que esto no le resuelve al PRO el déficit que tiene en la Provincia de Buenos Aires. En su mesa chica apuestan al escaso criterio político de CFK para seleccionar candidatos. Si Aníbal Fernández fuera el elegido para suceder a Scioli, el oficialismo le estaría regalando al PRO una oportunidad impensada. El jefe de gabinete es uno de los dirigentes del kirchnerismo con imagen negativa más alta y, además, se lo considera ligado al narcotráfico, algo crítico para aspirar a la gobernación de una provincia devastada por el consumo de drogas. Sin embargo, en un análisis más fino, hay quienes dicen que Cristina amagará con Aníbal pero terminará cediendo ante el candidato que menos resistencias ofrece: Martín Insaurralde. La salida podría ser al “estilo Mariotto”. Es decir, Insaurralde para gobernador con un vice salido del riñón cristinista, y hasta se habla de Máximo Kirchner, que tendría que acreditar su residencia bonaerense, para lo cual utilizaría obviamente la residencia de Olivos.

La movida cordobesa

Tal como van encajando las piezas, el que puede quedar en condiciones de definir la situación final del massismo es José Manuel de la Sota. Éste se encuentra formalmente aliado a Massa en la nueva sigla UNA, en cuyas PASO se enfrentarían ambos. Pero las relaciones entre los dos son inusualmente frías, limitándose a realizar algunas apariciones conjuntas para evitar que se hable de divorcio. De hecho, UNA carece de un equipo de campaña conjunto y cada uno de los precandidatos sigue por su lado. Es que una versión que se difundió en los últimos días habría irritado al ya castigado líder renovador. La misma consigna que De La Sota viene manteniendo conversaciones periódicas con Scioli. En caso de que en las elecciones cordobesas del próximo 5 de julio gane la gobernación el hombre de De La Sota, Juan Schiaretti, el primero evaluaría patear el tablero y romper la alianza con Massa un mes antes de las PASO. Anunciaría entonces su retorno al PJ nacional siempre y cuando Cristina y Scioli le garanticen que será el reemplazante de Héctor Timerman si el FpV gana las elecciones. Lo que no está claro es qué haría el gobernador cordobés si Schiaretti pierde la gobernación ante el aliado de Macri, Oscar Aguad, porque entonces quedaría en una posición de extrema debilidad tanto ante la presidente y Scioli como frente a Massa.

Lo cierto es que la alianza entre el tigrense y el caudillo cordobés está pendiente de un hilo y que al primero le preocuparía, por sobre todas las cosas, conservar la gobernación mediterránea.

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