Por Guillermo Cherashny.-

Los últimos 60 días de ese gran dirigente peronista como fue José Manuel de la Sota transitaron entre España -donde daba clases- y nuestro país, donde alumbraba un sueño: la unidad del peronismo, de los gobernadores, el FR de Sergio Massa y la Unidad Ciudadana de Cristina. Así fue que almorzó hace 40 días con Máximo Kirchner y le planteó que este gobierno estaba incubando un crisis que llevaría al país a una situación similar a la del 2001, pero que no explotaría antes de las PASO de agosto del 2019 y que se necesitaba un presidente de transición por cuatro años y como «el gallego» cumplía 69 el próximo año, el creía que si encabezaba un solo mandato de cuatro años hasta el 2023 podía solucionar las distorsiones que tiene la economía argentina desde la vuelta de la democracia y que no se quedaría para una reelección, es decir, un gobierno que no pensara en las elecciones de medio término del 2021 y tampoco en el 2023.

Era el único dirigente peronista que podría ser considerado un hombre de estado, porque era esencialmente un político pero sabía cómo funcionaba el mundo económicamente hablando y se había perfeccionado en sus viajes a España en los últimos dos años viendo cómo salieron de una crisis similar tanto Grecia, España y Portugal, aunque estos dos últimos salieron mucho mejor, especialmente los lusitanos, que después de un largo ajuste ahora siguen con una economía heterodoxa. Este de «el gallego» es un legado para todos los peronistas y especialmente para la expresidente, que es la que más mide, pero que debería tener un gesto de grandeza.

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