Por Luis Orea Campos.-

Circula últimamente con insistencia una versión que alude a presuntas intenciones del gobierno kirchnerista de suspender las elecciones de medio tiempo del año próximo invocando como razón las limitaciones que impone la pandemia que azota al planeta señaladas por la Cámara Nacional Electoral en el texto de la acordada 33/2020.

Aunque los voceros de esta iniciativa por ahora la refieren sólo a las Primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO), conociendo el paño no es difícil predecir que llegado el caso van a intentar suspender las legislativas y prorrogar los mandatos en vigencia mediante alguna ley salida de la frondosa inventiva de sus amanuenses jurídicos.

La necesidad tiene cara de hereje dicen, y para mantener la actual relación de fuerzas en el Congreso y esquivar el previsible castigo electoral que le acarreará al oficialismo tanto la inevitable mishiadura como la serie de despropósitos actuales y futuros que impulsa la sedicente arquitecta egipcia en franco tren de venganza y sometimiento no les queda otro camino que inventar otra trampa más.

Una señal ya la dio la Cámara Electoral por una parte citando en su acordada como antecedente los casos de varios países que suspendieron las elecciones por “fuerza mayor” -y fijaron la fecha de realización para unas semanas después- y por otra pasándole la pelota al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y al Ministerio del Interior respecto de los pasos previos que están a cargo de esos organismos.

Debido a ello el oficialismo tiene en sus manos la llave para justificar la suspensión de las elecciones de octubre de 2021, ya que aduciendo obstáculos operativos derivados de la situación sanitaria puede demorar la realización de los preparativos administrativos y logísticos que posibilitan la realización de las elecciones el tiempo suficiente para que se tornen inviables por falta de aseguramiento de las condiciones que garanticen la  transparencia del acto.

Ello pondría a la oposición en un brete ya que de exigir que igual se realicen en término a pesar de los baches producidos por la demora estaría aceptando tácitamente que sea a costa de la transparencia del comicio abriendo así la puerta a fraudes por los que no podrá reclamar.

Si en cambio la oposición se despierta y comienza ya a exigir y a controlar que se arbitren los medios para que se puedan cumplir los prolegómenos administrativos y logísticos, todavía le queda al gobierno la carta de por lo menos suspender las PASO con el objetivo de dificultar que las agrupaciones contrarias puedan unificar su propuesta electoral, ya que en caso de que eso ocurra el Frente de Todos va a una derrota segura que lo deja en malas condiciones para enfrentar el desafío de 2023.

La suspensión de las PASO sin embargo eventualmente sería acompañada por la oposición, que da por hecho que el kirchnerismo va a llevar adelante la iniciativa aunque sea por medio de un estrambótico DNU u otra innovación legal y en consecuencia ya está diseñando un esquema electoral interno alternativo a las famosas PASO.

En rigor de verdad las internas abiertas, engendro ideado por Néstor Kirchner para disuadir a los ariscos que le hicieron perder las elecciones de medio tiempo en 2009 frente a De Narváez y cía., no deberían ser suspendidas sino suprimidas por ser una creación contra natura como varias otras ocurrencias del kirchnerismo.

En efecto, ese procedimiento importa una brutal desnaturalización de los partidos políticos como instituciones de raíz privada fundadas en el derecho de asociarse con fines útiles que implica el de establecer sus reglas de funcionamiento interno sin injerencia del Estado.

So color de la “Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral” como reza el pomposo título con que la bautizaron sus padrinos, se produjo la más inicua, inconstitucional e inútil irrupción del Estado en la zona de reserva de los partidos políticos.

Ninguno de los cometidos que prometía la ley se cumplió, y el proceso que encarnaba se convirtió en una mera formalidad porque las circunstancias determinaron que salvo raras excepciones las candidaturas importantes llegaran a las PASO cocinadas previamente en otros ámbitos.

Tampoco la reducción de la cantidad de partidos que pregonaban la Cámara Electoral, opinólogos de ocasión y el periodismo desconocedor se cumplió.

Conforme reza el art. 38 CN la creación y el ejercicio de las actividades de los partidos son libres dentro del respeto a la Constitución, que garantiza su organización y funcionamiento democráticos, la representación de las minorías, la competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el acceso a la información pública y la difusión de sus ideas.

Estas garantías enumeradas no necesitaban ninguna ley más que la 23.298 porque cualquier afiliado podía dirigirse a la justicia si veía vulnerada alguna de ellas, pero las PASO se comieron la parte que establece la libertad de creación y ejercicio de actividades, bien que con la interesada participación de la oposición que creyó verse beneficiada.

La aceptación de este mecanismo eleccionario fue producto de la virulencia de las luchas intestinas en el interior de los partidos exacerbadas por la posibilidad de acceder a las prebendas y sinecuras inherentes a los cargos y por la falta de oportunidades en el sector privado, pero su fracaso marca claramente que estos injertos no solucionan la cuestión de fondo que es la incapacidad de la dirigencia política para poner la salud de la Nación por encima de las trifulcas internas y las mezquindades personales.

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