Por Sebastián Dumont.-

Pasaron 71 años del primer triunfo de Juan Domingo Perón en las urnas, y esa fecha sirvió para buscar mostrar algunos síntomas de unidad entre los seguidores del tres veces presidente argentino, aunque muy pocos puedan asegurar que han llevado adelante su doctrina. Mucho más cuando durante la década K, el General pasó al olvido y hasta se llegó a pedir que su marcha sea metida en el traste. Pero la realidad apremia y la anemia de poder nacional y provincial urge. La postergad cumbre de Santa Teresita dio paso a un encuentro en San Vicente, donde la figura más notoria terminó siento Máximo Kirchner. Síntomas ineludibles de los tiempos que vive este peronismo al cual los seguidores del hijo mayor de la ex presidente se denominaron La Cámpora casi como una afrenta a quien hoy fueron a recordar.

Pero este es un año electoral, y la realidad que se vive en la economía lleva a buscar la manera más sólida de no quedar afuera. Y de paso pensar, lo más alocados, en una situación parecida al 2001 cuando De la Rúa perdió su primera elección de medio tiempo, y dos meses dejó el poder. Menudencias que se hablan en ciertas mesas políticas. Como también se habla de lo interesante que sería la figura de Vidal si ésta se decidiera a hacer vidalismo de lleno sin macrismo. Aventura casi imposible. Por ahora.

La foto de San Vicente termina siendo un triunfo del ala más K del peronismo. Desde Espinoza a Máximo Kirchner. Y al lado Martín Insaurralde, quien todavía sueña con Randazzo y ante las dudas de su lanzamiento -por estas horas en el Vaticano-, hasta pensaron varios planes alternativos. Uno de ellos jugar a un intendente. Otra opción pensar en Emilio Monzó antes de limar asperezas con Macri y Vidal. O quizá impulsado desde la misma cúpula del poder para dividir aún más al peronismo.

Que Máximo Kirchner se lleve la mayoría de las fotos habla de este momento especial del Frente para la Victoria. Por ahora los números siguen mandando y la mama es la que mejor mide en la provincia de Buenos Aires, muchos más de los que estaban allí. El que no dijo presente fue Daniel Scioli, quien también algo mide. Extraña relación con el ex gobernador al que ni siquiera habían llamado por teléfono hace una semana para invitarlo al encuentro de Santa Teresita. Hoy no estuvo.

El mensaje es endurecer la postura contra el gobierno de Macri. Eso derivó en apoyo a la CGT y a los docentes en su próxima huelga. Recordar que el sindicalista que nuclea más docentes en la provincia es Roberto Baradel, cercano al partido de Martín Sabbatella, quien siempre aborreció del peronismo. La cuestión es pararse en la vereda de enfrente y arrinconar al gobierno nacional. Vidal empieza a sufrir algunos coletazos de esos embates.

Muchas veces las cumbres de estas característica se miden más por las ausencias que por las presencias. Otro faltazo fue el de Julián Domínguez, quien aseguró que no le importa lo que haga CFK. Él tiene decidido ser candidato. ¿Puede terminar con Duhalde?

La búsqueda de la unidad es un objetivo loable. Cabe preguntarse si el peronismo logrará esta vez en tan poco tiempo lo que no pudo en otras ocasiones cuando le tocó estar fuera del poder. Como ya advertimos en notas anteriores, Macri busca dividir al peronismo, pero la marcha de su gobierno hace lo posible para tratar de juntarlos. A pesar de los vedettismos propios del partido creado por el General. El mismo que muchos ahora vuelven a desempolvar. Tras doce años de evitismo y camporismo.

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