Por José Luis Milia.-

“El miedo es el más ignorante, el más infame y el más cruel de los consejeros.” Edmund Burke

El miedo es, comparado con cualquier enfermedad, lo más contagioso e incontrolable. Cuando la inquietud que genera el miedo se impone a la razón es muy difícil encontrar respuestas que permitan una salida. Esto está pasando en la sociedad argentina en el año de las elecciones presidenciales. Una perversa idea de naufragio ha ganado a los argentinos y solo pensamos que es suficiente cualquier cosa que flote. Una vez más, los argentinos ilustrados y pensantes que son cada vez menos, se encontrarán en la obligación de votar, más que por sus convicciones, por aquellos que son el mal menor.

Pero ésta no es una vez más; esta vez ya no hay margen para especulaciones ni siquiera para imaginar una salida diferente. De seguir en el poder la delincuencia organizada del Frente de Todos, la disolución de la república será un hecho. Evaluar la situación de la república con claridad y no con miedo es la única alternativa válida que tienen aquellos que estén dispuestos a trabajar por ella.

Ya no hay dudas de que el peronismo -de cualquier pelaje- nos ha dejado parados al lado del abismo, abismo que en buen romance significa, por parte de ellos, la conquista total del poder. Es el “¡vamos por todos!” que hace nueve años auguró una bruja desquiciada; y es el miedo a este futuro el que nos obliga a pensar en la “oposición” como solución sin darnos cuenta que en conjunto no es otra cosa que un grotesco rejuntado político ¿También vamos a creer que ellos volverán mejores?

Siendo la única alternativa el “mal menor”, hay que ser conscientes de que los malos, los inútiles, los delincuentes no están en un solo lado. Se debe tener la suficiente lucidez como para saber que la banda de maleantes que detenta el gobierno jamás hubiera conseguido esto sin el concurso espurio de una oposición mediocre y oportunista.

Ha llegado el momento -si es que vamos a buscar en la oposición un atisbo de solución para los males endémicos de la república- de separar la paja del trigo sabiendo que, en ella, lamentablemente, los granos del cereal son escasos.

La mayoría de los dirigentes opositores son paja. Usen ustedes la definición de “paja” que quieran, aún la más burda, y no se equivocarán. Es la oposición, en general, un vivero de egos que la única aptitud que ha demostrado en cuarenta años es una denodada decisión de defender sus miserables prebendas y sus abusivos privilegios. Han atesorado, como si fuera una virtud, una llamativa falta de coraje para encarar los problemas que aquejan a la república -lo demostraron en 2015- y han sido incapaces de mantenerse unidos para preservar a la ciudadanía de las ordalías que el oficialismo ha realizado contra ella.

La realidad es que aún nos quedan meses trágicos -la pobreza, el desempleo, la inflación, la inseguridad y el hambre, seguirán creciendo- y una multitud de mercachifles políticos tratarán de convencernos que en ellos está la virtud, el honor y el coraje. No les hagamos caso, separemos a los pocos granos de trigo que hay en la oposición de la paja, las PASO nos dan esa posibilidad y hagamos que esos pocos sean quienes recuperen a la república.

Nunca la república se vio en peor situación que la que hoy nos aqueja. Pensemos el futuro, pero actuemos sin miedo, porque éste solo nos puede llevar hacia lo peor de esa oposición blandengue, educada y estúpida que es incapaz, siquiera, de imaginar una solución.

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