Por Guillermo Cherashny.-

La jornada electoral del domingo en Neuquén le jugó una mala pasada a Cristina, quien confió en encuestas propias que señalaban que la fórmula Rioseco-Martínez podía ganarle al MPN, el partido provincial que gana la gobernación desde 1963 y, como pasó en 2017, las encuestadoras cercanas a Cristina la daban ganadora con el 40% contra el 27% de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires y finalmente obtuvo 34% y en las legislativas Cambiemos ganó con el 42%, derrotándola ampliamente por el miedo instalado con el retorno del kirchnerismo, y lo mismo pasó en Neuquén, donde a las encuestas truchas de los K se sumó el diario Clarín publicando lo mismo, es decir, el triunfo de Rioseco sobre Omar Gutiérrez, el gobernador del MPN que instalando el miedo ganó cómodamente la reelección con el 39% contra el 26% de Rioseco. Pero el «Pechi» Quiroga, el radical intendente de la capital, bajó significativamente a sólo el 15% con el sello de Cambiemos; o sea, en Neuquén perdió Cristina en forma terminante y también Macri y Cambiemos, aunque parcialmente, porque fue derrotada la ex presidente.

En Córdoba, las encuestas serias le dan a Schiaretti el 48% contra el 27% de Mario Negri, y Ramón Mestre le ganaría 48% a 24%, es decir, una elección ya definida para el sucesor de José Manuel de la Sota por amplio margen. Entonces Negri y Mestre, sabiendo que cualquiera de los dos pierde cómodo, decidieron ir cada uno por su lado para que en las elecciones generales se sepa quién tiene más votos, si Ramón Mestre con la lista 3 de la UCR y todo el aparato partidario, o Negri con Baldassi del PRO y Luis Juez con su partido, lo que posibilitaría que Unión por Córdoba -el peronismo de la docta- gane la provincia y la capital. En tanto, el cristinismo, con el diputado nacional Pablo Carro, sólo tiene el 8%, por lo cual en las elecciones de gobernador nuevamente Macri y CFK volverían a perder.

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