Por Carlos Tórtora.-

El kirchnerismo se prepara para soportar el cimbronazo de la derrota electoral, planteándose objetivos de mínima. Aun perdiendo en el resultado global de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof y Máximo Kirchner se proponen ganar en el conurbano, es decir, en la primera y la tercera sección electoral. Un síntoma alentador es que los intendentes peronistas del conurbano están trabajando a fondo en la recuperación de votos. Las suspicacias por el probable reparto de boletas cortadas en perjuicio de la lista de Victoria Tolosa Paz quedaron atrás. La mayor parte de los barones del conurbano temen ahora que una serie de derrotas locales precipiten el crecimiento de Juntos por el Cambio, con chances de ganar en el 2023 una serie de municipios. En síntesis, los intendentes necesitan los votos que son de Cristina y no hay ningún otro dirigente nacional del peronismo en condiciones de sustentar con votos a las estructuras políticas locales. El enorme reparto de planes sociales, AUH y dádivas diversas que se viene realizando en las últimas semanas podría acercar al objetivo de subir un punto o dos en el conurbano. En definitiva, la derrota en Capital, Córdoba, Santa Fe y el interior de la Provincia de Buenos Aires sería en cierto modo balanceada por un triunfo K en el conurbano. Algunos van más allá y auguran que la vicepresidenta relanzaría el peronismo desde su baluarte del conurbano con sus dos ejes, La Cámpora y los intendentes. Confiaría ella en que, pese a la derrota, no existiría capacidad de los gobernadores del PJ para cerrar un acuerdo para desplazar al kirchnerismo de la Casa Rosada. No por nada en los últimos 20 años la política nacional giró en torno a lo que ocurría en el conurbano.

Señales

Hay señales de que el proyecto de atrincherarse en el conurbano tiene viabilidad. El ex jefe de gabinete y amigo de Kicillof, Carlos Bianco, está trabajando en un armado político nuevo que sería la base del lanzamiento del gobernador para sumarse a la carrera presidencial. Simultáneamente, Máximo hace lo suyo y tiende puentes con el mandamás de los intendentes, Fernando Espinoza, tal vez el único jefe comunal con poder propio para cuestionar, por ejemplo, la asunción de aquél como presidente del PJ provincial. Ayudada por su internación por razones quirúrgicas, CFK tendría así la perfecta excusa para ausentarse del escenario de la derrota, dejándolo a Alberto Fernández solo en medio de la tormenta. El desorden que sobrevendría en el oficialismo después del 14 N favorecería así al kirchnerismo duro como el único factor capaz de imponer orden ante el descontrol económico que el mismo está desatando.

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