Por Guillermo Cherashny.-

El fallecimiento de Diego Maradona causó un impacto internacional inusitado a lo largo del planeta, con pésames muy sentidos y grandiosos como el de Macron, el presidente francés, y era obvio que en su velorio local una multitud concurriría a despedirlo. Y sin duda la familia eligió mal la Casa Rosada para hacerlo y también el gobierno cometió un error en aceptarlo, quizás para obtener un rédito político ya que el crack simpatizaba con el oficialismo.

La multitud que se autoconvocó superó todas las expectativas y la cola interminable pasaba por Avenida de Mayo, tomaba la 9 de Julio y casi llegaba a Constitución, dado que el velorio terminaba a las 19 hs. Pero imprevistamente Claudia Villafañe y sus hijas decidieron terminarlo a las 16 hs., en un grave error de apreciación y el gobierno no pudo hacer que lo entendieran porque seguramente se producirían desbordes populares, más teniendo en cuenta que concurrirían todos los barras bravas de todos los clubes.

Quizás el lugar más indicado era una cancha de fútbol a cielo abierto por la pandemia pero también podía causar serios problemas y al final se optó por la Casa Rosada. Y al anunciarse que se terminaba tres horas antes, la multitud se enfureció en Avenida de Mayo y 9 de Julio, donde cortó la cola y era obvio que los hinchas de fútbol avanzarían sobre la Casa Rosada. Se agredió a la policía de la Ciudad que, tratando de impedir el avance, reprimió, en tanto en la Rosada el desborde fue total y el público se metió adentro de la casa presidencial, lo que terminó con el velorio programado y el presidente y la vicepresidente se tuvieron que poner a resguardo.

Pero la gente sólo quería saludar al ídolo y no rompieron nada. El gobierno deslindó su responsabilidad en la decisión familiar y no se privó de un clásico de estos tiempos como es culpar a Rodríguez Larreta de todo lo que pasó y que era su responsabilidad a través del Ministerio de Seguridad de la Nación, a cargo de la intrascendente Sabina Frederic.

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