Por Carlos Tórtora.-

Hay movimientos en la política que significan no sólo su contenido sino otras cosas, como por ejemplo tener un efecto importante sobre la conducta de los principales actores. El desdoblamiento de las elecciones en la provincia de Buenos Aires parece ser uno de esos temas. María Eugenia Vidal tiene al parecer allanado el camino legislativo y podría tomarse hasta mayo para firmar el decreto del desdoblamiento. Pero es muy probable que este juego de tensión y suspenso instalado entre ella y Macri dure todo ese tiempo. Lo importante hoy es que los protagonistas de la contienda electoral se ven obligados a prever escenarios distintos según se desdoble o no. Por ejemplo, para el caso afirmativo, el kirchnerismo entraría en emergencia porque debe pensar en un candidato a gobernador con mucho peso propio, porque la idea de que Cristina ocupe ese lugar es demasiado arriesgada. En caso de perder la gobernación quedaría arruinada también como candidata a presidente. Para el Peronismo Federal también se abren las opciones porque con desdoblamiento aumentarían las presiones sobre Sergio Massa, el bonaerense con más arrastre en este distrito dentro de la dirigencia anti K. Tal vez por eso el tigrense coquetea ahora con Cristina Kirchner. Un desdoblamiento contra los deseos de Macri podría ser un acto de indisciplina gravísimo en las filas del PRO, donde está abierta la herida de la disidencia de Emilio Monzó, impulsor de La negociación con el peronismo.

Lo previsible

Hoy en los términos del funcionamiento de la cúpula del poder, parece imposible un desdoblamiento sin el consentimiento de Macri. Pero aunque admitiera esto, Vidal podría acrecentar su poder haciéndose rogar hasta último momento y demostrando así que el eje político de Cambiemos pasa por su despacho.

De más está decir que el mantenimiento de esta situación ambigua es una afectación a la seguridad jurídica que resultaría inaceptable si se prolonga los próximos meses. Lo único que le pondría fin a esta situación sería un desistimiento inmediato de Vidal, lo que está no hará para evitar que se interprete que obedece automáticamente las órdenes de Macri. Y menos aún está ella en condiciones de terminar con la incertidumbre y decir públicamente que desdoblará.

En síntesis que el marismo, que declamó tanto sobre el restablecimiento de la calidad institucional atropellada por los Kirchner, está intentando un juego político que afecta la normalidad del proceso electoral.

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