Por Carlos Tórtora.-

En las ultimas 48 horas, una Cristina descontrolada como en sus peores momentos en el poder es lo que tuvieron que soportar sus colaboradores en el Instituto Patria. Ella y Máximo llamaban por teléfono uno por uno a una extensa lista de intendentes tachados de traidores para insultarlos y amenazarlos de distintas formas. ¿El motivo? Madre e hijo habían recibido las pruebas de que Leonardo Nardini (Malvinas), Patricio Mussi (Berazategui) y Gustavo Menéndez (Merlo), entre otros, habrían ordenado repartir cientos de miles de boletas cortadas de las listas de Esteban Bullrich y de las suyas locales, o sea, restándole el voto a su jefa. Este episodio se conjuga con un panorama del peronismo bonaerense que se asemeja a una olla a presión.

Si Esteban Bullrich orilla el 40% de los votos y CFK baja hasta cerca del 30%, el domingo 22 podría empezar a detonar el peronismo bonaerense. En un primer rubro de la crisis, están los que darían un paso al costado. En la línea de los rumores, los intendentes de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, y de Merlo, Gustavo Menéndez, estarían entre los primeros en anunciar su alejamiento del cristinismo, aunque la nómina incluiría a por lo menos seis o siete más. Insaurralde está esperanzado en posicionarse para ser candidato a gobernador en el 2019 y supone que Sergio Massa integrará una fórmula presidencial. Vencer a María Eugenia Vidal es hoy aparentemente una misión imposible pero el lomense creería que, mejorando los números que tendrá Cristina el 22, él quedaría bien posicionado.

Otra señal alarmante para la ex presidente es que la mismísima Verónica Magario, que gobierna el feudo central del kirchnerismo -La Matanza-, empezó a dar señales en los últimos días de que no está dispuesta a pagar costos por el avance que habría registrado Cambiemos en su distrito en las últimas semanas. Magario habría impartido algunas indicaciones a su equipo para que no la incluyan de ahora en más en los actos junto a CFK. Y, otra decisión, tomar distancia pública de Fernando Espinoza, cuya imagen como cabeza kirchnerista del peronismo bonaerense está muy por debajo de la suya.

Desde otra vereda, Massa también aportaría lo suyo, anunciando junto a José Manuel De La Sota la formación de una mesa del peronismo nacional con la participación de al menos tres gobernadores peronistas (Urtubey no sería de la partida).

Retirarse es caro

Reapareciendo en primer plano, Eduardo Duhalde lanzaría su reclamo de que Espinoza fije fecha para la elección de nuevas autoridades en el PJ bonaerense. La convocatoria apuntaría a sellar de este modo la extinción formal del kirchnerismo a través de su derrota en una interna. En la Casa Rosada miran con interés este tema. Tal como están las cosas, si Cristina no se retira y opta por dar pelea, ésta podría judicializarse y terminar en la existencia de dos PJ bonaerenses. Y, trasladado esto a nivel nacional, de dos PJ nacionales.

¿Puede ella llamarse a cuarteles de invierno ante la confrontación con buena parte del peronismo? Con tres procesamientos, está citada por Claudio Bonadío para el próximo 26 a prestar declaración indagatoria por encubrir a Irán en el atentado a la AMIA. Hasta ahora, cada vez que la justicia avanzó sobre sus causas por corrupción, ella se ocupó de mostrar que seguía teniendo peso en la calle y entre la dirigencia. Mostrar ahora una imagen desvalida podría incitar a que Bonadío y Julián Ercolini avancen más allá de lo esperado.

De un modo u otro, el peronismo no perdona la derrota ni paga sus costos. En el caso particular de CFK, ahora se va popularizando la frase que, después de todo, ésta será su tercera derrota electoral, después de que Massa derrotara al Frente para la Victoria en el 2013 y que Mauricio Macri le ganara la elección presidencial a Daniel Scioli hace dos años.

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