Por Carlos Tórtora.-

La votación del acuerdo con el FMI en el Senado marcaría el punto de largada de un nuevo capítulo de la contienda entre el kirchnerismo duro y el albertismo. Entre los adictos al presidente crece la postura de los halcones, encabezados por Santiago Cafiero, Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta. Ellos argumentan que el acuerdo con el Fondo le dará al presidente un caudal de apoyo político como nunca tuvo antes y que él debe aprovecharlo avanzando sobre sus rivales. El botín de esta pelea es, desde ya, el gabinete y en particular las carteras de Interior (Wado de Pedro), Defensa (Jorge Taiana) y Justicia (Martín Soria), aunque este último estaría resguardado por tratarse de un tema esencial para Cristina Kirchner y que ella defendería a capa y espada. En el caso de Taiana, lobista de primera línea de los intereses de Rusia y China, estaría en la mira de los operadores de Washington en Buenos Aires, más estrictos ahora a partir de la nueva guerra fría con el Kremlin. La eventual salida de Wado de Pedro tendría por objeto cortarle a La Cámpora proyección política nacional. Para los halcones albertistas, la reciente compulsa en Diputados, en la que La Cámpora quedó reducida a 28 votos, impacta en las filas de la dirigencia peronista. Algo va avanzando el presidente, quien habría repactado su conflictiva relación con Juan Manzur. Éste habría aceptado tratar con los gobernadores peronistas que ellos persuadan a los senadores peronistas de que se alejen de la vicepresidenta en el Senado.

El complejo de quedar encerrados en Buenos Aires

En la otra vereda, una idea central es mostrar que la Provincia de Buenos Aires está monopolizada por el eje La Cámpora-intendentes del conurbano, o sea, Máximo Kirchner-Martín Insaurralde. El gran problema del kirchnerismo duro es cómo evitar quedar limitado a una minoría reducida al bastión bonaerense. En este punto hay un tema central y es el protagonismo de Cristina en la conducción de la contraofensiva K. La altísima inflación de febrero del 4,7% es la ocasión ideal para arremeter contra Martín Guzmán, a quien Alberto quiere conservar en su puesto. La frase presidencial expresando “el viernes empieza la lucha contra la inflación en la Argentina” levantó la indignación opositora y también en las propias filas oficialistas.

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