Por Guillermo Cherashny.-

El Ministro de Transporte de la Nación, el ingeniero Guillermo Dietrich, es un hombre muy capacitado, con estudios en el exterior, pero tiene, como se dice en política, «poca calle». Cuando asumió el gobierno, hubo reuniones con Hugo Moyano, quien participó del homenaje al General Perón, cuando se inauguró una estatua por gestión de Cristian Ritondo y el «Momo» Venegas. Moyano fue un verdadero apoyo a la candidatura a presidente Macri antes de la primera vuelta. El líder de la CGT rebelde sólo quería el número dos del Ministerio de Transporte, que no era otro que el experto Guillermo López, ex Secretario de Transporte de Eduardo Duhalde y que conoce extensamente todos los rubros del transporte, ya sea de trenes, colectivos y camiones. Pero no se sabe si Dietrich por su cuenta o por sugerencia de Macri o Marcos Peña -o de todos ellos- decidió dejarlo afuera de ese ministerio a Hugo Moyano.

Dietrich arregló con Eduardo Sícaro, el recientemente zafado de la tragedia de Once, un ex presidente de la Comisión Nacional de Transporte nombrándole a su sobrino. Sin embargo, el número dos del ministerio, el Secretario de Transporte, no está nombrado. Y aunque a menudo se habla de la pesada herencia que dejó el cristinismo, sin embargo no se le hace ningún «mimito» al poderoso líder de la CGT. Entonces ocurrió lo esperado, lo que no se puede decir que fue una declaración de guerra pero pasó algo parecido. En efecto, Juan Carlos Schmidt, Secretario General de Dragados y Balizamiento, de la estrecha confianza del camionero, en nombre de la CATT (Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte) reclamó un mínimo del 30% en las paritarias.

Schmidt es uno de los sindicalistas más formados de la CGT y, si bien Dietrich le dio una subsecretaría a Roberto Fernández, líder de los colectiveros, está claro que su arreglo con Sícaro y Fernández no alcanza para calmar a la CATT y es muy importante tener a Moyano tranquilo. Además, que no es mucho lo que pidió.

En el día de ayer Hugo Moyano fue recibido por la nueva comisión directiva de la DAIA, donde causó una gran impresión por su sensatez y ubicación política y donde soltó numerosas críticas a la política exterior del cristinismo, mostrándose de acuerdo con la derogación del memorándum con Irán. Así las cosas, si Macri quiere tener paz para defenderse de los Yasky, Baradel y otros impresentables, sería muy buena idea volver a conversar con Moyano.

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