Por Guillermo Cherashny.-

El inicio de las sesiones legislativas de este año, el último del período de Mauricio Macri, mostró una cara distinta a la que vimos los anteriores tres años. En efecto, no anunció nada, salvo un aumento del 46% para las AUH, y el Congreso se pareció a una pequeña Bombonera, es decir, la cancha de Boca Juniors, con público visitante, como fue la bancada de Unidad Ciudadana, que era agredida des los palcos por los simpatizantes del PRO, con lo cual el escenario se transformó en un duelo de barras bravas en donde el Peronismo Federal y el Frente Renovador eran el público independiente.

El presidente se mostró con una agresividad inusitada destinada a fortalecer su núcleo duro y es muy posible que el antiperonismo se sienta ilusionado con ese enfrentamiento con un pasado que desea que no vuelva nunca más. En el cristinismo, por su parte, pese a su indignación, estaban muy contentos, porque el presidente los señaló como la única oposición al gobierno.

Así las cosas, con una economía en recesión y alta inflación, la grieta retroalimenta la crisis económica, la cual continuará hasta las próximas elecciones, con segura dolarización de los depósitos a plazo fijo por la campaña del miedo que impone el gobierno, que no tiene otra alternativa que demonizar a Cristina identificándola con la corrupción y con la Venezuela de Maduro, porque es la única posibilidad que tiene de ganar en un ballotage.

Este esquema de crispación con el discurso de Cristina en el senado el miércoles pasado y el del viernes del presidente sólo podría evitarse con una aparición de Roberto Lavagna, quien con un discurso sereno puede cerrar la grieta que tanto agobia a los argentinos.

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