Por Guillermo Cherashny.-

Desde que Cristina publicó su carta después de la paliza electoral, se planteó una discusión sin sentido sobre si Martín Guzmán, el ministro de economía, hizo un ajuste -como dice el kirchnerismo- o, como dicen en hacienda, aumentó el gasto y también la recaudación, que es lo sostiene la mayoría de los economistas serios. Decimos que la discusión es bizantina porque en realidad no sólo el kirchnerismo sino también todo el gobierno quiere que Guzmán aumente mucho más el gasto público, porque el resultado adverso para el gobierno tuvo como causa fundamental los problemas económicos de la ciudadanía, agravados por la pandemia y la cuarentena, especialmente por esta última.

Si el gobierno pudiera volver atrás, seguramente la cuarentena sería más corta y habría clases presenciales, no sólo por la educación sino porque en las barriadas pobres los padres no salieron a trabajar. La incógnita es si repartir beneficios económicos en los próximos 50 días puede tener un efecto positivo para el gobierno en las elecciones generales y ese interrogante no tiene respuesta, por lo menos hasta el 15 de noviembre. Lo que se puede ver en el nuevo gabinete es que trabaja mucho en relación al que lideraba Santiago Cafiero, por el solo hecho de que Juan Manzur llega a las 7 de la mañana y demuestra una gran hiperactividad que no tenía su antecesor.

Las recientes elecciones en Alemania mostraron una caída del 9% de la democracia cristiana, el partido de Angela Merkel, aunque ella decidió no presentarse esta vez. Es muy probable que la gran política alemana sospechara que la pandemia se llevaba puestos los excelentes 16 años de su gobierno. Está claro que la pandemia y las restricciones de la cuarentena generaron severos daños económicos. Está claro que inciden en cualquier elección en cualquier país. La diferencia con la Argentina fue el escandaloso vacunatorio vip y la fiesta de cumpleaños en Olivos cuando el presidente amenazaba a la población con sanciones si violaban la cuarentena.

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