Por Carlos Tórtora.-

El Decreto 846/2024 que acaba de dictar Javier Milei permite al Poder Ejecutivo canjes en cualquier moneda, sin los requisitos que establece la Ley de Administración Financiera 24156 en su artículo 65, ni la necesaria intervención del Congreso. La inconstitucionalidad de la norma es manifiesta, porque el artículo 75 (incisos 4 y 5) de la Carta Magna asigna exclusivamente al Congreso la potestad de contraer deuda y arreglar los términos de su pago.

Además, es grosera la violación por el decreto de la división de poderes, por cuanto el Ejecutivo se está arrogando facultades que son propias del Legislativo.

Con este cuadro de situación, se abren al menos dos grandes alternativas. La primera es que el Congreso, con los dos tercios de votos en ambas cámaras, rechace el DNU 846 y se caiga el mismo, como ocurrió recientemente con el DNI de los fondos de la SIDE.

De ocurrir esto, los tenedores de bonos argentinos podrían abandonar precipitadamente sus posiciones, precipitándose una corrida bancaria que podría a su vez detonar la situación social.

Es así entonces que el presidente y su gestión estarían en manos de un Congreso enardecido. La desesperada captación por el oficialismo de entre 5 y 8 diputados de la UCR se orientaría ahora a bloquear este rechazo. Los héroes del asado en Olivos podrían así pasar a ser aún mucho más heroicos.

La vía judicial

El segundo camino que puede abrirse es el de un fallo judicial que declare inconstitucional el DNU 846 y contra el cual el gobierno apelaría inmediatamente. Por su gravedad institucional, el expediente podría ser absorbido rápidamente por la Corte Suprema de Justicia. Hay que tener en cuenta que el alto tribunal acaba de reelegir a Horacio Rosatti como presidente por otros tres años. Rosatti se encuentra bastante distante de Milei y opuesto a la operación para designar en la Corte a Ariel Lijo, impulsada por Ricardo Lorenzetti.

El conflicto en torno a la aplicación del DNU 846 no es un tema más, porque compromete el funcionamiento de los mercados.

Para Milei, el capítulo que se abre hace a su supervivencia política.

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