Por Sebastián Dumont.-

Corría el año 2005 y Néstor Kirchner apenas llevaba dos años como presidente luego de haber ganado con el 22 por ciento de los votos. El apoyo de Eduardo Duhalde había sido fundamental para poder ganar en la provincia Buenos Aires y sumar. Además de armar el congreso de Lanús, donde se definió que el peronismo fuera a la elección dividido. Pero ya para ese entonces, Kirchner quería sacarse de encima a Duhalde. Y comenzó a operar en consecuencia. Uno de los actores de esa maniobra fue Florencio Randazzo, que era funcionario de Felipe Solá en la gobernación y al cual NK solía llamar puenteando al gobernador. Fue así como el Flaco comenzó a visitar intendentes para decirles que rompan con Duhalde y juegan la elección intermedia con Cristina Kirchner. Algunos hasta lo echaron de su despacho. La historia después es conocida, CFK se impuso en esa elección y el kirchnerismo profundizó su armado que soñó eterno. A doce años de aquello, Randazzo asegura que va a ser candidato y Eduardo Duhalde es promotor de su postulación. La idea de poder unir al peronismo.

Sabido es que Eduardo Duhalde transita sus horas entre las oficinas del Movimiento Productivo Argentino y el San Juan Tenis Club. Allí habló con Florencio Randazzo, quien le aseguró que será candidato este año por el partido justicialista. El ex presidente se lo transmite a todos los interlocutores con los que habla, aunque muchos por ahora dudan si será tan así. Además se filtran datos de un apoyo tácito y técnico -efectividades conducentes- del gobierno nacional, más precisamente de la oficina de Mario Quintana donde Randazzo iría con frecuencia. Maniobra más que obvia del oficialismo en su idea de polarizar con CFK, pero al mismo tiempo limar todo aquello que pueda terminar cerca de la ex presidente. De manual.

Florencio Randazzo juega la apuesta de máxima para convertirse en el candidato de la unidad del peronismo. Casi imposible. Por qué razón le cederían la conducción política porque sí. Mucho más cuando aún no define su jugada. Y más. La ex presidente sabe que estas elecciones son una oportunidad para pensar en regresar si eso lo desea. De lo contrario, dejar pasar el turno puede conllevar dos riesgos, que el gobierno se recupere o que surjan actores renovados en el peronismo de cara al 2019. Por tal razón, en definitiva, parece difícil que CFK no juegue la elección. La cuestión judicial también jugará su rol.

En tanto, son muchos los dirigentes que siguen esperando a Randazzo. Y varios de ellos hablan a diario con Eduardo Duhalde que, en paralelo, sueña con presidir el PJ nacional. Su mirada está, más allá de todo, puesta en el 2019. Lo que sí parece confirmado es que la lista que preparaban mal llamada colectora peronista para la provincia, se habría caído.

Tampoco hay que quitar la mirada sobre Daniel Scioli. El ex gobernador comenzó caminar la provincia una vez más con tinte de campaña. Abrió su casa de Villa La Ñata para en modo desayuno recibir a dirigentes y asegurarles que jugará las elecciones con o sin cristina. También tiene diálogo con el oficialismo. ¿visita varias veces la oficina de Federico Salvai en busca de apoyo para sus colaboradores? Tampoco descuida su frente judicial al que lo ha llevado Elisa Carrió y donde se prometen novedades todavía jugosas. De todas maneras, no le impediría ser candidato. Sólo las condenas firmes te bajan de una lista.

Los intendentes también quieren jugar su rol. Hablan de unidad, pero les cuesta mucho poder plasmarla. Los grupos se multiplican aunque hablan entre ellos. Mientras tanto, no olvidarse de Sergio Massa, el único que se muestra en un juego distinto y mientras se discuten minucias electorales, recorre China y afianza su acuerdo con Margarita. No vaya a ser cosa que termine generando una nueva polarización y sea entre el Frente para la Victoria y el Frente Renovador.

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