Por Carlos Tórtora.-

El sistema legal vigente para regular las PASO -tanto nacionales como de la provincia de Buenos Aires- produce una falsa impresión en la opinión pública sobre el plazo final real para la presentación de las listas de candidatos. Así es que el plazo legal para presentar las listas venció el sábado pasado a las 24 horas, pero esta presentación es ante la Junta Electoral de cada partido o alianza, que, a su vez, tiene 48 para examinar si los precandidatos cumplen los requisitos legales. En otras palabras, que las distintas alianzas tienen en la práctica 48 horas más para rehacer las listas de acuerdo a las nuevas negociaciones que se hagan. Por eso ayer, especialmente en Buenos Aires, continuaba a toda máquina la recomposición de las listas. En el caso del Frente para la Victoria, las instrucciones que le llegaban de Olivos al apoderado Jorge Landau y a los principales operadores bonaerenses de La Cámpora tenían un claro objetivo: unificar en todo lo posible las listas para senadores y diputados provinciales y también las de intendentes y concejales. Es decir, reducir la disputa en la primaria sólo al nivel de gobernador y vice. Es decir, Aníbal Fernández-Martín Sabbatella vs. Julián Domínguez-Fernando Espinoza.

En este contexto, es que en la cúpula del poder comenzó en las últimas horas una disputa estratégica: Carlos Zannini, ahora con una gravitación cada vez mayor en la mesa chica de CFK, estaría planteando que Aníbal Fernández debe dar un paso al costado y renunciar a su precandidatura a gobernador de Buenos Aires. El principal argumento del poderoso compañero de fórmula de Daniel Scioli tendría un paralelismo con el caso del pase a retiro que, presionado, acaba de presentar el teniente general César Milani. Éste, aparte de sus crecientes cortocircuitos con el Ministro de Defensa Agustín Rossi y con el propio Zannini, representaría un alto costo electoral, o sea, pérdida de votos de izquierda, por su comprometida situación procesal en el caso de la desaparición del soldado Alberto Ledo, ocurrida en 1976, aparte de otros casos de violaciones de derechos humanos y de su comprobable enriquecimiento ilícito. Zannini plantearía, en efecto, que la imagen negativa del Jefe de Gabinete es altísima, inaceptable para poder ser un candidato competitivo. Pero los argumentos de mayor peso pasarían por las comprobadas vinculaciones de Aníbal Fernández con uno de los condenados por el triple crimen de General Rodríguez, Martín Lanata, gestor del Registro Nacional de Armas durante la gestión de Andrés Meiszner, hijo de la mano derecha de Julio Grondona José Luis Meiszner, que fue designado por el ahora candidato a gobernador. Meiszner es socio de Fernández en múltiples negocios, entre ellos el manejo del Club Quilmes. Ahora el juez federal Claudio Bonadío, el mismo que tiene la causa del hotel de CFK, resolvió retomar el expediente con la denuncia contra José Luis Meiszner por supuestas cuentas en el exterior. Es así que la doble vinculación del jefe del gabinete con el triple crimen de la efedrina y la corrupción en la AFA y la FIFA es una convergencia demasiado fuerte. Sin hablar de las responsabilidades de Fernández en el irregular traspaso de 7000 millones de pesos del presupuesto nacional al Fútbol para Todos, denunciada por Graciela Ocaña. La pregunta que se plantearía es: ¿qué pasaría si Aníbal gana la PASO y luego, ya candidato, queda implicado judicialmente por el escándalo del FIFA-GATE? Semejante tembladeral hasta podría costarle la derrota al kirchnerismo en el distrito donde se define la suerte de la elección presidencial, contando con el 38% del padrón nacional.

Según trascendió, detrás de las objeciones de Zannini estarían los ecos que llegan desde el exterior, particularmente de algunos organismos de EEUU, donde el jefe de gabinete es sinónimo de liberalización del consumo de drogas. “No queremos que Buenos Aires se convierta en el centro de un cartel de importancia internacional”, deslizó días atrás un analista ligado a la embajada de los EEUU en Buenos Aires.

De prosperar en la evaluación de CFK que la candidatura de su jefe de gabinete es mucho más peligrosa para ella que la continuidad de Milani, aquél podría verse obligado a resignar sus pretensiones, con la salida elegante de promover la unidad en el Frente para la Victoria. Después de todo, le quedan dos años de mandato como senador nacional. Su rival Julián Domínguez, poco conocido en el electorado, cuenta con la ventaja de no cargar con graves acusaciones de corrupción y recibir un trato preferencial en el Vaticano. Todo esto al margen de que Martín Sabbatella, un ex PC que no puede disimular su aversión a los intendentes del PJ y sus prácticas, está provocando reacciones de indignación cada vez más fuertes en el conurbano.

Bajo el paraguas de secreto que es norma en el kirchnerismo, la discusión está planteada y, si Aníbal pierde finalmente la pulseada, sería víctima del “efecto Randazzo”, ya que la negativa del Ministro de Interior y Transporte a aceptar la candidatura a gobernador obligó a CFK a abrir una primaria que ahora empieza a mostrar facetas muy peligrosas para el gobierno. En el caso de Scioli, se supone que está detrás del planteo de Zannini.

Renovadores en emergencia

El cierre de listas no sólo fue tumultuoso para el FpV sino también para el Frente Renovador, donde al fracaso de los intentos de Sergio Massa para que Francisco de Narváez retomara su candidatura a gobernador le siguió una consecuencia mal recibida por la dirigencia massista: la elección de Felipe Solá para disputar la gobernación. El ex funcionario de Carlos Menem, Eduardo Duhalde y Néstor y Cristina Kirchner es considerado por los intendentes renovadores como un pésimo candidato, virtualmente casi sin votos propios. No es de extrañar entonces que varios intendentes massistas hayan optado por soluciones de emergencia, ante la evidencia de que el kirchnerismo los desalojará de sus municipios con relativa facilidad. Por ejemplo, el intendente de Luján, Carlos Selva, abandonó su búsqueda de la reelección para refugiarse en una candidatura a diputado provincial. La misma actitud tomó el alcalde de Magdalena, Fernando Carballo, que será candidato a senador provincial por la Tercera Sección Electoral. El tercer caso conocido es el de la renovadora Marcela Paso, intendente de Castelli, que también resignó su reelección por una más segura banca de diputada provincial. En medio de este clima de incertidumbre, Massa puso en funcionamiento un equipo encargado de organizar la fiscalización en la Tercera Sección Electoral, donde el cristinismo avanza con muy pocas resistencias, al punto que el ex massista y ahora otra vez kirchnerista Darío Giustozzi, ex jefe comunal de Almirante Brown, estaría a punto de perder la primaria para intendente a manos del sciolista Mariano Cascallares, menos deteriorado que aquél con su permanentes pases de bando. La mesa massista para custodiar los votos en la zona crítica de la provincia está integrada por el diputado nacional Alberto Roberti, que va por su reelección, el senador provincial José Luis Pallares, que también quiere ser reelecto en la tercera sección, el dirigente de Almirante Brown Mauricio Silva, que capitalizaría en parte del desgaste de Giustozzi y el rector de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Diego Molea.

En las charlas internas del massismo hay un tema obsesivo: pasar en las primarias el 15%. Éste sería el umbral para evitar la posibilidad de que los votos renovadores se licuen en la primera vuelta, absorbidos por una posible polarización entre el FpV y CAMBIEMOS.

Share