Por Carlos Tórtora.-

La centralidad otorgada por Mauricio Macri a Miguel Ángel Pichetto es comparable a la que Cristina Kirchner le concedió a Alberto Fernández. Sin duda, la usina de Jaime Durán Barba se puso a trabajar a full para la estrategia electoral de poner en marcha una coalición con parte del peronismo que traccione a las tres corporaciones que inclinan la balanza interna del justicialismo: los gobernadores, la CGT y los intendentes del conurbano. La vuelta a los tiempos del PROperonismo fue recibida con cautela en las filas peronistas, porque aparece hasta sobreactuado el rol estelar que el presidente le da a Pichetto, al punto que el Ministerio del interior, entre otras áreas, está a disposición de éste para armar su plan de seducción del peronismo. La instalación desde el gobierno de la dialéctica república o populismo tomó por sorpresa al kirchnerismo. Pero su efecto fue sólo profundizar la tendencia que ya se viene dando: Alberto Fernández aumenta su protagonismo mientras que Cristina Kirchner actúa como una reina pero sin marcar las líneas del discurso. El Frente para Todos se ve así obligado por la jugada de Macri a girar cada vez más hacia el centro para evitar que los caudillos peronistas del interior se convenzan de que Pichetto es su salida.

La reafirmación del rumbo frentista se vio en la inscripción del Frente para Todos como alianza. Se privilegió la mención de los partidos y no apareció La Cámpora como factor hegemónico.

Sin embargo, Alberto F, que había cuestionado los juicios contra la corrupción, volvió a plantarse pidiéndole dignidad a los jueces. Estos toques que suenan a autoritarismo en ciernes tendrían que ver con las presiones que desde su celda realizan Julio De Vido y otros.

Pichetto vs Lavagna

Así es que el kirchnerismo salió al rescate de Sergio Massa, su aliado y fachada centrista, que estaba naufragando en su intento de domesticar al intendente rebelde de Tigre Julio Zamora. CFK y Alberto F apoyaron a Massa, que pretende candidatear para Tigre a su esposa Malena Galmarini, y Zamora estaría ahora por dar batalla por su cargo con respaldo del aparato macrista. A todo esto, en el gobierno hay tensión porque el macrismo se inclina por darle oxígeno a Roberto Lavagna para que le quite votos al kirchnerismo pero Pichetto estaría entre los que se oponen. A juicio del senador, no se debe hacer crecer al economista. Es que Pichetto tiene un marcado encono con Lavagna, al que acusa por su negativa de medirse en una primaria, de ser el culpable de la implosión de Alternativa Federal.

En el lavagnismo, a todo esto, especulan con que Axel Kicillof no estaría creciendo lo esperado en Buenos Aires y Graciela Camaño, por las dudas, se aseguraría la primera diputación de Consenso Federal. La gobernación saldría a disputarla la dupla Margarita Stolbizer-Eduardo Balli Bucca, un amigo de Marcelo Tinelli. Mientras tanto, en el entorno de Lavagna llueven las críticas sobre el rol de su hijo Marco, que mantendría la intención de presentarse para jefe de gobierno porteño.

La mano derecha de Marco Lavagna es Eugenio Casielles, un joven desprolijo, conocido dentro de «la rosca» porteña, por haberle hecho cometer los peores errores al primero en su periplo porteño.

Casielles, que comenzó su trabajo junto al duhaldismo, muy cercano a Miguel Ángel Toma, provee a Lavagna de cierta información privilegiada y algunos otros menesteres que hacen de él, el operador preferido de Lavagna Jr.

Lo cierto es que en plena negociación por las candidaturas, Casielles está intransigente, no tiene en su cabeza ceder espacios y pide para el lavagnismo todos los lugares de la lista de legisladores. Esta situación ya hizo que antes del cierre de frentes muchos dirigentes que compartían el espacio se alejaran y buscaran cobijo en otros espacios, pero ahora el problema es con los partidos que quedaron en Consenso Federal 2030, a quienes Casielles no les quiere dar lugares preponderantes.

Todo este capricho, en caso de no arreglarse, podría llevar a PASO en todos los distritos, para cargos nacionales hacia abajo. Llevado a la Ciudad, se estima que si los lugares no se distribuyen de manera «más equitativa», podría haber internas para los cargos locales, situación que tanto Roberto Lavagna, como Juan Manuel Urtubey, cabezas de la alianza, quieren evitar.

Mientras tanto, se prepara una diáspora de propios y extraños, enojados con el operador de Marco Lavagna, que se anota como diputado porteño.

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