Por Carlos Tórtora.-

La tajante definición de Alberto Fernández a favor de enviar al Congreso un proyecto de ley de despenalización del aborto cayó como un balde de agua fría en el Vaticano. Una de las primeras reacciones fue la del arzobispo de La Plata, Víctor Fernández, que llamó a la reflexión al presidente. La postura militante de Alberto, desconocida hasta ahora con esta intensidad, le cerró los caminos para cualquier alternativa política y lo obliga ahora a una jugada de todo o nada.

En medios del obispado trascendían ayer distintas reflexiones. Por ejemplo, que sería difícil que Francisco avance con la inclusión de Argentina en su agenda internacional del 2019 si el Congreso sanciona la despenalización del aborto. “Sería un contrasentido que el Papa viajara a su país en plena oficialización del aborto” señaló un obispo.

Una relación complicada

Las difíciles relaciones entre Francisco y Mauricio Macri terminaron en un congelamiento de circuito entre el Vaticano y la Casa Rosada. Cuando el peronismo se impuso en las PASO del pasado 11 de agosto, una atmósfera de distención empezó a notarse hasta las recientes declaraciones de Alberto. Éste, sin duda, busca asegurarse el electorado pro aborto y entendería que la mayor parte del voto antiaborto quedó del lado de Juntos por el Cambio. En efecto, Macri, en varias de sus marchas del “sí se puede”, dio señales de estar del lado de los pañuelos celestes.

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