Por Carlos Tórtora.-

Fuentes de la Casa Rosada daban ayer por descontado que el proyecto de ley de legalización del aborto estará en el Congreso el lunes próximo, punto de partida para su tratamiento primero en las comisiones de diputados. Si bien el oficialismo descuenta que tendrá mayoría en la cámara baja, las diferencias son mínimas. Un sondeo previo da 101 votos en contra, 107 a favor y 48 indecisos. La votación del 2018 en Diputados incluyó el escándalo: se aprobó finalmente el aborto legal por 129 votos positivos contra 125 negativos y una abstención. Fueron los pampeanos Melina Delú y Ariel Rauschenberger (PJ); el puntano José Riccardo (UCR) y el fueguino Carlos Roma (PRO) los que cambiaron a último momento su postura.

Mientras la definición estaba todavía muy pareja, el diputado de La Pampa, Sergio Ziliotto (PJ), adelantó que sus comprovincianos votarían a favor a través de sus redes sociales.

El anuncio se viralizó casi al mismo tiempo en que José Riccardo (UCR-San Luis) confirmaba que apoyaría la iniciativa en vez de abstenerse, como había dicho en un principio. El radical mantuvo el hermetismo durante todo el debate, pero finalmente contó que sus hijas lo hicieron terminar de decidir.

El diputado del PRO por Tierra del Fuego, Carlos Roma, sorprendió al definir su voto, porque había participado en la foto con banderas argentinas que los oficialistas que rechazaron la propuesta se sacaron en la puerta del Congreso. Sin embargo, terminó por apretar el botón del “sí” y favoreció la aprobación del proyecto.

Sin escándalo pero sumamente reñida fue la votación en el Senado, donde el no se impuso 37 a 31. Ahora, según evaluaciones hechas por La Nación, habría 35 senadores a favor y 32 en contra con 4 indecisos. Pero hay situaciones muy particulares, como la del formoseño José Mayans, que se alineó frontalmente con el no y ahora podría repensar su voto. Supuestamente, la existencia de un gobierno nacional recién asumido que presiona por el sí debería ser decisiva.

Cortina de humo

No parece casual que la Casa Rosada abra el tratamiento legislativo del aborto justo cuando se inicia la etapa decisiva de la renegociación de la deuda. El debate sobre el aborto permitiría distraer la atención pública de las inevitables concesiones que deberá realizar la Argentina en el curso de la negociación. Ningún otro tema tendría tanto impacto en la opinión pública ni la capacidad de dividir a fondo a la sociedad. Por otra parte, un triunfo sobre la Iglesia aumentaría la concentración de poder de un gobierno que por ahora eligió pelearse con la justicia y el campo.

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