Por Jorge D. Boimvaser.-

El delirio místico de Cristina de unir a la Argentina con Venezuela, China, Irán y algún otro Estado totalitario explotó el viernes en París.

Aunque cada uno de nosotros puede tener una visión diferente y personal del debate entre Scioli y Macri, la fragilidad argumental del ex motonauta no supo ni quiso responder sobre cómo haría en caso de asumir la Presidencia con el memorándum de entendimiento con Teherán.

Que la gente no vota el domingo con la cabeza puesta en las relaciones exteriores que va llevar la Argentina desde el 10 de diciembre en adelante, es cierto.

Pero que “la suma de todos los miedos” que llevó adelante la propaganda sciolista en las últimas semanas pasó el límite del ridículo y se le volvió en contra se manifestó casi en los gestos desesperados con que intentaba replicar el líder del FPV.

El pánico se volvió contra Daniel Scioli, que sólo repetía como un zombie el tema del ajuste, y su mensaje absurdo de que él defendería a todos los trabajadores argentinos contra la inflación.

Quizás el único hallazgo suyo fue esa frase de “no pudiste con los trapitos y querés combatir al narcotráfico” que le asestó con un golpe al hígado de Macri.

El resto fue el insulso repiquetear de la lucha contra la droga cuando su territorio, la Provincia de Buenos Aires, ya se sabe, ha reproducido por cientos las cocinas de elaboración de todo tipo de narcóticos, cocaína, paco y drogas de diseño en base a metanfetaminas.

Cristina debe haber gozado viendo sufrir al candidato que supuestamente continuaría su gestión.

¿En qué está la Presidenta?

Según nos dicen sus allegados, están preparando uno de esos grandes mega festivales artísticos antes de su despedida el 10 de diciembre.

Cientos de músicos, artistas y toda la parafernalia del show que tantas veces gestionaron, pero esta vez se hará multiplicando los cachets y espera esas concurrencias millonarias que la despidan con un “hasta pronto, Comandanta”.

El dinero que se gaste en esa jornada del “Chau Cristina” se lo saca a quien asuma la gestión de gobierno el 10 de diciembre.

Ella piensa en ella y nada más que en ella.

Quiere demostrar que ella es la gran triunfadora y que, asuma quien asuma, el 10 de diciembre lo haga bajo la influencia de esa multitud que irá a escuchar música gratis y un espectáculo a todas luces grandilocuente, multimillonario en gastos y con una apronta falsamente de triunfadora.

Los gobiernos también tienen sus brotes psicóticos, y si todo lo que nos cuentan sobre la última semana de Cristina y esa gran despedida que se está auto organizando es cierto, es lo más parecido que se nos ocurre a la Alemania de 1945, cuando Hitler arengaba a su tropa de niños soldados a ganar una guerra que estaba definitivamente perdida.

Scioli no tiene margen de maniobra. En EEUU le preguntaban a Urtubey sobre las alianzas internacionales a futuro del FPV y no supo responder.

Eso fue antes del ataque terrorista del ISIS a París.

Hoy el mundo es diferente, terriblemente diferente, al de la semana anterior.

Lo repetimos para que no queden dudas. El votante indeciso no toma en cuenta (quizás algunos sí lo hagan) si el FPV quiere estar al lado de Venezuela, Irán, Siria o China, o prefiere una alternativa mundial más moderada. Entre la bestialidad neonazi de los Donald Trump, Le Pen en Francia o Maduro en Venezuela, hay opciones intermedias.

Pero en la gran aldea global ya se vislumbra el certificado de defunción para todo lo que tenga que ver con el kirchnerismo o formas similares de pensar el mundo.

Y si Scioli quiere ahora diferenciarse, no le queda tiempo. Lo único que le queda es miedo, el mismo miedo que quiso meterles a los argentinos ahora lo mastica en su boca.

Demasiado tarde para lágrimas.

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