Por Guillermo Cherashny.-

Las altas probabilidades de que la elección porteña se defina por un ballotage el próximo 24 de noviembre se fortalecieron en las últimas horas a partir de que los últimos sondeos coinciden en que Juntos por el Cambio no alcanzará mañana el 50% de los votos necesarios para que Horacio Rodríguez Larreta sea electo Jefe de Gobierno. El ballotage porteño plantearía situaciones difíciles de prever. Por ejemplo, que el triunfo de Rodríguez Larreta, en realidad, debilitaría a Mauricio Macri en sus pretensiones de ejercer el liderazgo unipersonal de la oposición. Es que Larreta y María Eugenia Vidal intentan encabezar una renovación en el esquema opositor, que implicaría, en alguna medida, un paso al costado de Macri. De cara a un ballotage, este último estaría, a su vez, obligado a poner todo el esfuerzo del gobierno nacional al servicio del triunfo de Larreta, lo que significaría que no se adopten medidas impopulares o que castiguen a la clase media. Así es que el presidente estaría tironeado por situaciones contradictorias. Esto luego de que Vidal apareciera en su acto de cierre de campaña con cartelería de color rojo y el slogan “Ahora nosotros”. Todo un despegue de la estética del macrismo.

Jugar con fuego

El otro costado de la compleja situación creada pasa por el rol que tendría Alberto Fernández en el probable ballotage porteño. En caso de imponerse con alrededor del 50% de los votos, Alberto F concentraría las expectativas de que el peso de su figura vuelque a favor de Matías Lammens la segunda vuelta. En caso de jugarse personalmente por la victoria de Lammens, Alberto F correría el riesgo de sufrir un serio desgaste si aquél es derrotado. De alguna manera, el ballotage porteño sería entonces una prueba de fuego para el presidente electo.

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