Por Guillermo Cherashny.-

Ayer el gobierno logró bajar el dólar blue a 14,64 pesos, después que en muchas cuevas se vendía hace unos días a $ 15,30 y en la city llegó a $ 15,9. Pero la baja se hizo a costa de vender bonos dolarizados de la ANSES y a través del anuncio de Alejandro Vanoli de subir la tasas de interés de los plazos fijos para el público. Claro está que el control del dólar blue y el oficial -este último a $ 9,15- está matando la producción de materias primas que se deberían exportar. El grave perjuicio se extiende a todas las economías regionales, como la fruta que se tira en Río Negro, la leche en varias provincias y las uvas en Mendoza. A todo esto, el conjunto de la industria también está afectada, como es el caso de la avícola Cresta Roja, en la que pueden producirse cientos de despidos. Las automotrices, por su parte, están por suspender personal, actitud que se está extendiendo a muchas empresas, aunque la casi totalidad de los economistas no creen que se produzca un crack económico ni que el mercado obligue al gobierno a una devaluación.

Las PASO con tormentas

Aunque esta paridad cambiaria del dólar oficial es insostenible en el corto plazo pero hasta diciembre parecería que aguanta, el próximo presidente tendrá que tomar medidas el mismo 10 de diciembre. A todo esto se le agrega la crisis de Aerolíneas Argentinas, con 250 vuelos cancelados, lo que es un verdadero escándalo que ejemplifica la ineficiencia del gobierno. Mariano Recalde niega lo obvio, lo que enfurece aún más a la gente y está claro que no es un ambiente bueno para el oficialismo con vistas a las PASO del 9 de agosto próximo, aun cuando la crisis de los vuelos no afecta a los sectores populares.

El trasfondo electoral no ha variado: hoy Daniel Scioli está cerca de llegar al 40% en las PASO, con una gran ventaja en la provincia de Buenos Aires. Pero este asunto es tan sensible como el dólar y, en cierta medida, los empleos que se están poniendo en peligro que Daniel Scioli pierda apoyo popular. Recordemos que hasta hace un mes el gobernador bonaerense marchaba tranquilo hacia la victoria. Hoy, aunque sigue bien arriba, tiene que atravesar fuertes nubarrones y, como ya se demostró en el ballotage porteño, no se trata sólo de ganar sino de obtener una victoria aplastante que le permita a la Casa Rosada proclamar el “ya ganamos” para la primera vuelta, lo que podría acelerar la derrota psicológica de la oposición.

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