Por Guillermo Cherashny.-

Al final no se sabe si Cristina llamó a José Ottavis o a otro legislador bonaerense -Walter Abarca, ex secretario de Néstor Kirchner que no tiene ninguna simpatía por ella, en esa pareja dispareja que eran Néstor y Cristina -ya que toda pareja es una puja de intereses en sí misma y en este caso había una puja ideológica entre el pragmatismo y el fanatismo chavista de la ex presidente, aunque el latrocinio público los unió por muchos años. Al fallecer el ex presidente, la dama giró fuertemente a la ideología izquierdista pero los participantes del latrocinio público eran los socios de Néstor y los nuevos apegados al dogma cristinista, como La Cámpora y los secuaces de Kicillof.

Dos noticias impactaron fuertemente en su abstinencia de poder y el primero fue la noticia del matutino Clarín donde Macri anuncia que las represas santacruceñas aún sin ejecución serán reemplazadas por otras que son una prioridad más importante, ya que Néstor Kirchner y Jorge Cepernic figuran en el lugar 14 de las necesidades de energía; y el segundo, los sobreseimientos que beneficiaron al Presidente en dos causas armadas por el kirchnerismo capitalino por Sergio Burstein, familiar de una víctima de la AMIA que siempre fue utilizado por los K en esa causa y después, para denostar a Nisman y la de la UCEP, una supuesta «represión» que no fue tal.

Las causas de la la ex presidente se empezaron a mover pese a que Julio de Vido le dijo que Durán Barba le habría garantizado impunidad. Al emitirse el fallo por la tragedia de Once -donde se decidió investigar la conducta penal de Julio de Vido- probablemente CFK pensó que, si el actual diputado, que puso una millonada de dólares para que su defensor, el Dr. Freddy Lijo, lo zafara de todas las causas que tiene, en el futuro ella tendrá que gastar fortunas en abogados y jueces para zafar y decidió volar todos puentes.

Esta decisión la viene madurando desde el 10 de diciembre, cuando armó el “show del vuelo en clase turista», y se fue agravando con lo que ella entiende que es su «legado» político.

El desplazamiento de los funcionarios que dejó por años mediante leyes sancionadas por el congreso y la disolución de la AFSCA -su niña mimada para destruir al grupo Clarín- abrieron la puerta para que este grupo no necesite adecuarse y siga como está ahora y se pueda expandir aún más. Esta otra realidad la convulsionó. CFK sigue viviendo su «relato» y piensa que la eliminación de las retenciones agrícolas e industriales desfinancia su Estado benefactor y en poco tiempo -quizás en 100 días, como le inculcó a su hijo Máximo- se derrumbe el nuevo Gobierno, si se lo acorrala desde el primer momento porque, si pasa el mes de abril, se consolidará y sus seguidores no militantes se olvidarán de su gobierno y el FpV se desintegrará en varias líneas y ya no tendrá la posibilidad de liderar. Entonces decidió declarar la «guerra de los 100 días» contra el Presidente Macri, al que llama «semana santa», porque no se sabe si cae en marzo o en abril».

Así las cosas, el Frente para la Victoria está en manos de una líder con gran desequilibrio emocional, que posee una colección de videos, documentos y pruebas de latrocinios contra los «rebeldes», que en su momento le proporcionó el General Milani. Y está dispuesta a chantajearlos si osan desafiarla.

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