Por Carlos Tórtora.-

Las medidas de emergencia tomadas por el gobierno para enfrentar la pandemia generaron un clima de expectativas que se centra en que las próximas dos o tres semanas marcarán una tendencia decisiva en la propagación del virus. De modo directo, el discurso oficial plantea que el esfuerzo que se realice ahora será decisivo para contener la propagación del coronavirus. Esto es, que estamos próximos a un achatamiento de la curva de casos. Sin embargo, esta visión podría pecar de cierto grado de voluntarismo. La Argentina se anota entre el grupo ampliamente mayoritario de países que combaten el contagio mediante medidas de distanciamiento social: cierre de actividades, home office, suspensión de vuelos, prohibiciones de ingreso, etc. Esta batería de medidas debería ser suficiente para obtener resultados inmediatos que permitirían ir cediendo progresivamente en los controles hasta volver a una cierta normalidad. El talón de Aquiles de esta estrategia pasa por su enorme costo económico al estancarse la mayor parte de la actividad económica.

Hay una importante excepción a esta estrategia en Gran Bretaña, que sigue un criterio distinto imponiendo muy pocas medidas de restricción y manejándose con recomendaciones antes que con medidas coercitivas. La base del criterio inglés es la siguiente: es probable que haya una segunda ola de coronavirus en el próximo invierno europeo. Entonces, mientras más personas se contagien ahora, un mayor porcentaje de la población desarrollará inmunidad para enfrentar una segunda oleada de la enfermedad. La ventaja de esta postura es obvia: la economía inglesa no está sufriendo la caída que sí afecta a Italia, España, Francia y Alemania. La desventaja también parece evidente y es que tal vez con la aplicación de estos controles leves haya más contagiados en Gran Bretaña que en la Unión Europea, aunque los números no estarían indicando esto último.

Cómo seguimos

No hace falta decirlo, el enfoque oficial argentino del problema parece pecar de coyunturalismo, dando la impresión de que la pandemia desaparecerá en pocas semanas más. Esto incluye al cálculo económico, porque hasta el momento no se advierte ningún planteo que abarque la posibilidad de que el coronavirus gravite en las variables económicas durante un período extenso. Por supuesto que está de por medio la gran expectativa por la aplicación de una nueva vacuna cuya efectividad y alcances son difíciles de prever.

Para un gobierno que asumió con el país en recesión y no hizo a tiempo para poder revertirla, sería importante empezar a analizar también la variable de que el coronavirus sea determinante para la economía nacional durante largos meses más.

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