Por Carlos Tórtora.-

Dos hechos están impactando fuertemente en la dirigencia política. Por un lado, las últimas encuestas demuestran claramente que la imagen positiva de Mauricio Macri no frenó su caída después de haber cerrado el acuerdo con el FMI. Las expectativas del PRO de que se diera un amesetamiento que facilitara una posterior recuperación se diluyen entonces mientras crece la idea de que el presidente estará en condiciones muy desfavorables para ser candidato a presidente, salvo una inesperada reversión de las tendencias económicas. En segundo lugar, se instaló en la agenda política cierto crecimiento sostenido de CFK en las encuestas, lo que la coloca en posición de disputar de igual a igual el ballotage.

Esto último empieza a influir sobre el ánimo del peronismo racional. Hasta poco tiempo atrás, Urtubey, Massa y Pichetto -para dar ejemplos- especulaban con que sería posible levantar una fórmula presidencial que llegara al ballotage relegando a CFK a un tercer puesto. Esta alternativa parece hoy inviable y más aún con la estrategia de silencio seguida por la ex presidente, que hoy ofrece pocos flancos a sus adversarios. Ante el riesgo de quedar supeditados al kirchnerismo, unos cuantos dirigentes del peronismo anti K se esperanzan con que Macri quede tan deteriorado que deba cederle el paso a María Eugenia Vidal y que ésta desaloje al equipo de Marcos Peña para cerrar una alianza con los sectores moderados del peronismo.

Massa es uno de los que más activan esta salida, aunque se sabe que el interventor del PJ Luis Barrionuevo también apunta para el mismo lado. La mesa chica paralela del PRO, que integran Vidal, Horacio Rodriguez Larreta y Emilio Monzó, está atenta a que Macri dé un paso al costado para su reelección o que haya un verdadero derrumbe de su figura en las encuestas. Para algunos, el escenario ideal sería una fórmula presidencial Vidal-Massa para enfrentar a Cristina, lo que produciría el alejamiento del macrismo antiperonista.

En el Instituto Patria, bunker de Cristina, la amenaza de una crisis del PRO y una peronización de Vidal para retener el poder es tomada en serio. Para empezar, la ex presidente prefiere enfrentarse a Macri y no a la gobernadora, cuya inserción popular siempre fue mayor. La demostración de que Vidal es vista como un peligro la da el hecho de que la dirigencia kirchnerista bonaerense salió a cruzar fuertemente a Vidal como responsable del lavado de fondos en la campaña del 2017, que surge del escándalo de los aportantes truchos.

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