Por Sebastián Dumont.-

El comienzo de la semana trajo, entre las muchas noticias, la información de que la gobernadora de Buenos Aires María Eugenia Vidal y su marido, el intendente de Morón, Ramiro Tagliaferro, decidieron divorciarse. De inmediato se dispararon las hipótesis de que la decisión se hizo pública ahora pero que la distancia venía desde hace tiempo. Es la vida privada de ellos y su tema. Pero sí se supo que el cristinismo habría estado preparando una operación para ensuciar al intendente que terminó con el sabbatellismo y, de paso, pegarle a la gobernadora.

No va a sorprender a nadie que el cristinismo aún no digiera su derrota nacional y provincial. Incluso en aquellos municipios, como en Morón, donde aliados incondicionales como Sabbatella perdieron el poder en manos de Cambiemos. Pero aquí se juega una historia particular.

El problema es que a Sabbatella y al kirchnerismo, el municipio y la provincia se lo quitaron dos vecinos de Morón. El matrimonio Tagliaferro-Vidal. No les iba a ser tan fácil.

Los inconvenientes para la familia llegaron de inmediato. En este medio adelantamos en exclusiva que en pocos días se habían dado en Morón 40 secuestros extorsivos express. Un dato que llama la atención. Allí el trabajo del titular de la DDI, comisario García, logró aclarar casi todos los hechos. Pero se tomó como un mensaje intimidatorio.

Luego vinieron las amenazas más directas y la decisión de la gobernadora de mudarse a un barrio de la fuerza área en el distrito de Morón.

Pero el cristinismo estaba dispuesto a ir un poco más lejos y habría estado a punto de lanzar a rodar una operación donde buscarían emparentar al jefe comunal como una supuesta adicción al juego. Justo un tema que está en el candelero por la polémica del traslado de la sala de un bingo en Lomas de Zamora a la que se opone la iglesia.

Cierta o no esta versión sobre Tagliaferro, nadie duda que los seguidores K no tienen reparo a la hora de ensuciar en función de sus intereses políticos. Una muestra de ello se dio días atrás, cuando habrían sido los militantes del sabbatelismo los que escracharon a Macri cuando visitó el distrito de Merlo, en el oeste del conurbano.

Share